Aunque algunas organizaciones culturales lograron esquivar el azote de la pandemia, las compañías de ópera están entre las que más sufrieron. En Gran Bretaña, muchas no pudieron actuar frente a un público durante casi todo un año entero.
La English National Opera, una de las dos principales compañías, ha reorientado sus energías. Desde el principio de la pandemia su equipo educativo intensificó sus actividades y el departamento de vestuario hizo equipos protectores para hospitales durante la escasez que hubo en el país en los primeros meses de la pandemia. En septiembre la compañía comenzó a hacer pruebas para un programa médico. En una video entrevista, Jenny Mollica, quien dirige las acciones comunitarias de la English National Opera, explicó que la idea se había desarrollado durante los meses del verano (junio, julio, agosto), cuando comenzaron a aparecer casos de “Covid prolongado”, que son cuando las personas se han recuperado de la fase aguda de la enfermedad, pero que todavía sufren síntomas como dolor de pecho, fatiga, jadeo o dificultades para concentrarse.
“La ópera se basa en respiración,” dijo Mollica en una entrevista, “Esa es nuestra especialidad. Y se me ocurrió que que podríamos tener algo para ofrecer”.
Se contactó con la doctora Sarah Elkin, especialista en sistema respiratorio en el Imperial college N.H.S, quien, coincidentemente, se devanaba los sesos sobre cómo tratar a esos pacientes de largo plazo.
Juntas, decidieron intentar la capacitación vocal. Inicialmente lo hicieron con 12 pacientes. El objetivo era lograr que aprovecharan al máximo la capacidad de sus pulmones, que en algunos casos habían sido dañados por la enfermedad, pero también enseñarles a respirar tranquilamente y a manejar la ansiedad.
“El programa funciona”, dice uno de los pacientes que superaron la enfermedad, pero no sus síntomas. “Funciona físicamente, mentalmente y términos de ansiedad”.
Y los cantantes de ópera encuentran, de paso, una ocupación y también , si se quiere, una forma de ganar algo de dinero.