Cuando recién aparecía el coronavirus los gobiernos tuvieron que soportar escasez de insumos médicos. Este año la preocupación fue el acceso a las vacunas porque los países que las fabricaban pusieron controles a la exportación para priorizar la vacunación de sus propios habitantes.
Estas experiencias llevaron a muchos gobiernos a fomentar la producción de vacunas en sus propios territorios. Gran Bretaña amplió la capacidad para la producción de vacunas Valneva y Novavax y está en conversaciones con GlaxoSmithKline para realizar proyectos que le permita estar preparada para nuevas necesidades.
La Unión europea está usando los fondos de desarrollo para que la economía pueda expandir la capacidad de fabricación de fármacos y la Casa Blanca ha recomendado grandes reformas. La Unión Africana planea aumentar la fabricación de vacunas a 60% de las necesidades del continente para 2040.
Los gobiernos están aprendiendo lo complicado que es crear instalaciones de fabricación que puedan responder rápidamente y con seguridad a una enfermediad anteriormente desconocida. Además, también está el riesgo de que los intentos por desenrdar la cadena de suministro global aumenten las desigualdades en provisión de vacunas si la capacidad se concentra cada vez más en los países más ricos.