Las imágenes que se vieron hace poco de Benicàssim tras unas lluvias que acumularon más de 200 l/m² en pocas horas, el vídeo viral en las redes del metro inundado en China, las trágicas inundaciones que asolaron pueblos alemanes a principios de verano, las lluvias torrenciales en el Sahel…
Podríamos construir una lista cada vez más larga con las inundaciones que cada día se producen en el mundo y concluir que están aumentando para acabar justificando que es consecuencia del cambio climático. Pero ¿estaríamos en lo cierto?
Si nos preguntasen cuál es el riesgo natural más importante en la región o en el país en que vivimos, nos encontraríamos en un embrollo de difícil solución. ¿Importante por qué?, nos preguntaríamos. ¿Por los muertos que produce?, ¿por el impacto socioeconómico?, ¿por su frecuencia?
Hace muchos años nos planteamos la misma pregunta dentro de un proyecto europeo, RINAMED, dedicado a la sensibilización frente a los riesgos naturales en la cuenca mediterránea noroccidental. Pese a la participación de personas expertas procedentes de la academia y de la gestión y prevención de emergencias, no llegamos a un acuerdo inicial. Algunas decían que los incendios, otras que las inundaciones, y no era extraño que hubiese quien otorgase la máxima puntuación a los terremotos.
¿Cómo es posible que siendo expertos y expertas en la materia no hubiera un consenso? Porque hablábamos desde diferentes puntos de vista, habíamos pasado por diferentes experiencias vitales y no disponíamos de toda la información. He ahí los dos primeros obstáculos con los que nos encontramos cuando queremos evaluar el impacto del cambio climático sobre las inundaciones: la falta de información y la construcción de la percepción social e individual.
Estudios con series largas de observaciones
En un estudio sobre los tornados y las trombas marinas en Cataluña desde 1950 se demostraba que registraban un aumento continuado desde los años 90. ¿Era ya una señal inequívoca del cambio climático? No. Era una señal de que cada vez había más afición a su seguimiento y fotografía, más medios para hacerlo, y también una mayor difusión.
Para poder detectar un cambio en el tiempo relacionado con el clima habría sido necesario disponer de series de observaciones más largas y de probada rigurosidad. Sin embargo, no sería extraño encontrar alguna noticia que lo afirmase y crease una falsa concepción de la situación. Esta es la primera condición: es necesario disponer de series de observaciones de los riesgos que sean largas y de buena calidad.
Las inundaciones constituyen un riesgo más complejo, ya que, si bien un tornado es un fenómeno atmosférico, en una inundación intervienen múltiples factores además de los estrictamente meteorológicos e hidrológicos. Cualquier cambio que se produzca en uno de ellos, tal como un aumento en la zona urbanizada o la tala de bosques, puede afectar al conjunto y dar lugar a interpretaciones erróneas. Así pues, cuanto más largas sean las series y más completas, mejor.
En el programa internacional HYMEX (Experimento Hidrológico Mediterráneo) se construyó una base de datos, FLOODHYMEX, que contenía todas las inundaciones que produjeron daños en diferentes regiones mediterráneas, entre ellas Cataluña y Baleares.
Esta base, que se va actualizando y se halla a disposición del público, se apoya en la búsqueda detallada de información sobre inundaciones desde 1981 para poder garantizar la fiabilidad de cualquier señal de cambio o de tendencia. Sus conclusiones apuntan a un aumento de las inundaciones con daños moderados, donde el cambio climático no es la única causa. Veamos cuales podrían ser esas otras causas ocultas.
El factor humano
En la construcción del riesgo, el factor humano es esencial. Así, la percepción varía atendiendo a la experiencia vivida, el entorno social y educacional, la capacidad de respuesta ante una emergencia… Se han llevado a cabo multitud de estudios sobre ello y no es nuestro objetivo tratarlos todos aquí. Baste centrarnos en unos de los principales constructores de la percepción social: los medios de comunicación, a los que hoy en día deberíamos añadir las redes sociales.
Para responder a la pregunta que se planteó en RINAMED, decidimos recurrir a todas las noticias sobre riesgos naturales que se habían publicado en un periódico de amplio alcance desde 1981. Observamos que los episodios más frecuentes eran las inundaciones, aunque no eran los que más noticias aportaban. De hecho, los incendios forestales, acaecidos en general en el período estival, pobre en noticias, tenían una mayor cobertura, lo que ayudaba a entender las diferentes percepciones.
El contexto sociopolítico también era definitivo, como sucedía en las noticias sobre la sequía de 2008 ante el enfrentamiento por el posible trasvase del Segre.
De esta forma, la prensa se transformaba en un buen instrumento para identificar riesgos, pero sujeta siempre a una necesaria contrastación que permitiese valorar los posibles sesgos informativos. En el caso de las inundaciones, datos objetivos como las indemnizaciones pagadas por el Consorcio de Compensación de Seguros, o la trágica pérdida de vidas humanas certificaban su primera posición en el ranking.
Pero el factor humano no se cierne exclusivamente sobre la percepción. Pese a las últimas crisis vividas en Europa, en las últimas décadas ha aumentado la cantidad y valor de los bienes asegurados, lo que ha llevado también a un aumento de las indemnizaciones a consecuencia de los daños producidos por inundaciones.
El aumento del precio de la vida también ha contribuido a ese incremento en los impactos económicos, a lo que hemos de añadir el aumento de población en lugares proclives a inundaciones, como sucede en una gran parte de la costa Mediterránea.
Prevención y alerta temprana
Las actuaciones preventivas como la construcción de diques o de presas disminuyen la vulnerabilidad, pero también pueden llevar a una falsa sensación de seguridad.
Por el contrario, disponer de una cadena de alerta temprana, desde la predicción meteorológica hasta la gestión de la emergencia, se revela como una de las mejores herramientas para disminuir el impacto de las inundaciones. Para ello, es también necesario que vaya acompañada de una buena sensibilización de la población. Hoy en día hablamos de empoderamiento frente a las inundaciones. Y ello depende, en gran parte, de la percepción.
Concluyo con un mensaje a la población: es cierto que el cambio climático está aumentando las lluvias intensas, pero existen muchos otros factores a tener en cuenta en el impacto creciente de las inundaciones. Y en ambos hechos hemos de plantearnos cuál es nuestra parte de responsabilidad.
(*) Catedrática de Física de la Atmósfera, Departamento de Física Aplicada, Universitat de Barcelona.