Según un estudio reciente basado en 1.500 niños y niñas del proyecto INMA realizado en España entre los años 2003 y 2013, los niños que juegan en espacios verdes presentan mejores resultados en las pruebas de capacidad de la atención.
También concluye que los espacios verdes en las escuelas mejoran el desarrollo cerebral infantil y que la contaminación atmosférica que reciben los niños en su trayecto a la escuela puede provocar perjuicios en su desarrollo cognitivo.
El equipo investigador analizó la cercanía residencial a espacios verdes -100, 300 y 500 metros alrededor de las viviendas-, en el momento del nacimiento, a los 4 o 5 años, y a los 7 años. Realizaron dos tipos de test de evaluación de la capacidad de atención a los 4-5 y a los 7 años de edad. Es la primera vez que se estudia el impacto de la exposición residencial a espacios verdes desde el nacimiento en la capacidad de atención de los niños y niñas.
Los espacios verdes en las ciudades promueven vínculos sociales y actividad física, así como también disminuyen la exposición a la contaminación del aire y el ruido. Por tanto, son imprescindibles para el desarrollo de los cerebros de las nuevas generaciones, señalan los investigadores.