Por Florencia Benedicto (*)
A medida que aumenta la población se incrementa la generación de residuos y cuando no existe un tratamiento adecuado, sea en domicilios particulares, en organizaciones o bien en plantas de tratamiento de ciudades, terminan en rellenos sanitarios, vertederos, el océano o el ambiente en general, lo cual supone problemas no solamente ambientales, sino también sociales y económicos, que nos afectan a todos.
El 4% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en Argentina provienen de los residuos, en su mayoría por la descomposición de orgánicos que liberan gas metano. Cabe destacar que el gas metano tiene un poder de calentamiento global 25 veces más alto que el del dióxido de carbono, que suele ser el GEI más conocido. Los cúmulos de residuos también emiten gases tóxicos y contaminantes, contaminan suelos y aguas, tanto subterráneas como superficiales, y generan grandes costos directos e indirectos. Y esto es solamente una parte del problema.
Cuando hablamos de residuos y la problemática que generan, solemos detenernos a hablar de reciclado y reciclables, cartón, papel, plásticos, entre otros. Y si bien reciclar genera muchos beneficios y reducimos en gran medida la cantidad de basura que enviamos a enterrar, dejamos a un costado a los residuos orgánicos.
Se estima que entre el 50% y el 60% de los residuos diarios que se generan en nuestro país, son orgánicos. Y solo el 18% de los mismos recibe un tratamiento adecuado, fundamentalmente los pertenecientes a grandes generados agropecuarios y forestales. Por suerte hoy en día tenemos algunas soluciones al alcance de la mano, para poder gestionar los residuos orgánicos de manera sustentable en todas las escalas, desde nuestros hogares hasta las grandes industrias.
El compostaje y la biodigestión anaeróbica son dos grandes soluciones que nos permiten convertir a los desechos orgánicos en recursos valiosos.
Para compostar solamente necesitamos tener un mínimo de información y elegir el lugar donde vamos a hacerlo. Los restos de frutas y verduras, hojas secas, cáscaras de huevo y los restos de café, té o mate, pueden compostarse con facilidad. Es una técnica ideal para implementar a nivel domiciliario.
Debemos depositarlos en la compostera, ya sea comprada, casera o mejor aún si tenemos la posibilidad de hacerlo directamente sobre la tierra. Cada vez que incorporemos residuos orgánicos húmedos, debemos cubrir con una capa de material seco, para mantener el balance de humedad óptimo y permitirle a los microorganismos trabajar en las mejores condiciones. Cuando más trabajan estos micro y también macroorganismos en la descomposición de mis residuos, más rápido obtengo el compost.
Además de este abono orgánico, el compost, a través del proceso de compostaje obtenemos un fertilizante líquido natural de calidad. Los lixiviados, es decir, los líquidos que caen a medida que los residuos se descomponen, poseen propiedades fertilizantes que también podemos aprovechar.
El proceso de biodigestión es una tecnología superior. A diferencia del compostaje, un biodigestor puede procesar o digerir casi cualquier resto orgánico. Restos de comida condimentada, residuos provenientes de animales como carnes, lácteos e incluso excremento, pueden depositarse en el biodigestor.
De este proceso obtenemos energía. La descomposición anaeróbica, es decir, sin presencia de oxígeno, de los residuos orgánicos, libera gas metano que es captado por el biodigestor permitiéndonos utilizarlo para cocinar o calefaccionar de manera directa. Con algo más de trabajo, también podemos convertir ese gas en energía eléctrica.
Si bien esta tecnología requiere de un conocimiento más abarcativo para poder implementarla, no hace falta ser experto para hacerlo, está al alcance de todos. Hoy en día se implementa tanto en hogares como en municipios e industrias. La biodigestión cada vez está ganando más terreno.
Otros residuos que solemos dejar de lado, quizá porque no es tan palpable como los demás, son los cloacales. Los generamos todos los días y en todos los ámbitos de nuestra vida. Y si bien en muchos lugares tenemos la suerte de tener una gestión formal de los mismos, en muchas localidades del país aún no se ha encontrado una solución viable.
Existen sistemas de tratamiento de este tipo de efluentes que son aplicables en comercios y hogares cercanos a cuerpos de agua, e industrias, muy fáciles de implementar y que no solamente nos permiten tratar ese residuo para disminuir su impacto, sino también reutilizar el agua obtenida del proceso para otros fines, por ejemplo, para riego.
Gestionando los residuos orgánicos de manera correcta, cuidamos los recursos, cuidamos nuestra salud y la del planeta, mejorando nuestra calidad de vida y la de las futuras generaciones.
*Florencia Benedicto, Co-fundadora de GEA Sustentable @geasustentable