Por Vicente Leo (*)
Además de estar a merced de los constantes riesgos climáticos, sin contar con protección o ayuda desde el estado.
El desarrollo nulo de rutas y caminos rurales en las provincias más productivas del país, cepos a la exportación de carne, trigo, maíz, aceites, retenciones que se quedan hasta con el 70% del ingreso de los productores, el exceso de planes que eliminan la necesidad de trabajar para mucha gente, provocando la falta de mano de obra y dificultando las tareas de campo; son algunos ejemplos de medidas que provocan el efecto contrario al buscado en el mediano y largo plazo y que genera que las agroindustrias y los servicios vinculados a estas actividades hoy sean una mínima expresión de lo que podrían ser.
El mundo en algunos años va a tener más de 9000 millones de habitantes, con la necesidad más básica que es alimentarse, pero muy pocos países tienen el potencial para generar alimentos de calidad y en la cantidad que podría generar Argentina.
La tecnología empezó a tener un rol clave en todo este contexto, ya que hoy es una de las pocas herramientas que tiene el productor para sortear todos estos obstáculos y seguir generando valor en su industria. La tecnología ha revolucionado diferentes aspectos de la sociedad y el campo no es ajeno a esto.
Hoy desde un celular un productor puede vender, comprar, controlar su siembra e incluso potenciar su negocio junto a otros productores. Con la tecnología la industria del agro puede reducir barreras, acortar tiempos, distancias, hacer más eficientes las tareas, automatizar procesos, ser transparentes, mejorar costos y lograr ser una industria más competitiva, aspectos que hoy ni las políticas de estado ni el gobierno están haciendo, ni queriendo hacer tampoco.
Pero esto va más allá del uso de nuevas herramientas digitales. Se trata también de cambiar algunos hábitos, formas de pensar y actuar, que junto con la implementación de tecnología es lo que le va a permitir al productor y comercios del agro vender y producir más y de manera más eficiente y sustentable. Todavía está poco utilizada la tecnología en el sector agroalimentario, sobre todo entre los pequeños productores o agricultores familiares. El conocimiento y entendimiento de sus beneficios para el sector todavía es muy escasa y existen muchas brechas que dificultan el acceso a la misma. Pero a pesar de esto, el proceso de digitalización del sector está en marcha, gracias a los esfuerzos de iniciativas privadas, que con una clara conciencia de que para seguir compitiendo es necesario adaptarse y subirse a las novedades tecnológicas, redefinen modelos de negocio y las relaciones entre actores. Gracias a la tecnología el agro argentino seguirá siendo un sector dinámico, no solo dentro de la economía sino también generando profesionales y personal preparado que quieren empujar al sector con prácticas comerciales más eficientes.
(*) Fundador y director de Flash Agro, Marketplace argentino para la compra y venta de insumos y servicios del agro.