El protocolo de los encuentros en la era del coronavirus

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Están cambiando, por consejo médico, normas de comportamientos que tienen siglos de historia.

Nadie sabe cuál será el futuro del apretón de manos, ese tradicional modo de saludarse con conocidos y desconocidos. Nadie sabe si la gente volverá a sentirse cómoda tocando la palma de la mano de otra persona.

Lo cierto es que la imposibilidad de reforzar un hola o un chau de la forma tradicional se siente como una ruptura de la etiqueta. La costumbre de darse la mano va a volver, vaticina Andrew Hill en el Financial Times. Al menos entre las personas que se conocen. Pero hasta que no haya una vacuna eficaz, el apretón de manos continuará siendo el principal vehículo para la transmisión del coronavirus y el resurgimiento de la enfermedad, como los abrazos y los besos. Dentro del mundo de los negocios más formales o de las reuniones diplomáticas las normas de conducta, con siglos de antigüedad, están cambiando bajo la influencia de los protocolos de seguridad.

En Protocol, un libro escrito por Capricia Penavic Marshall, jefa de protocolo de Barack Obama durante su presidencia, figuran las cinco reglas no negociables cuando se trata de establecer un nuevo contacto personal. La primera de ellas de dar la mano a toda persona que se encuentra por primera vez. “Socializar”, dice Marshall, es, en esencia, un gran ejercicio de precalentamiento para las relaciones comerciales”.

Marshall cree que las reuniones cuidadosamente planificadas, lubricadas por un contacto social más informala, permiten a los participantes “cruzar el puente y persuadir”. Sin esas “amabilidades” sociales esas reuniones corren el riesgo de celebrarse sobre puentes endebles, debilitadas por un nuevo conjunto de protocolos pesados que tienen que ver con la salud y la seguridad.

Para los que están en la escena pública la opción parece ser evitar todo contacto social. Pero la solución, según ella, es aplicar la regla que ella aprendió luego de organizar tantas cumbres: planificar todo. Luego, hacer frente al desafío de ser “creativos”. Los apretones de manos, los abrazos y los besos puede que desaparezcan pero hay muchos otros saludos “sin contacto” — una inclinación de cabeza, el namasté indio juntando ambas palmas – que pueden reemplazarlos.

 

La gente que vuelva a las negociaciones y a los debates frente a frente deberá aprovechar todas sus reservas de empatía. Cuando se rechaza una invitación, o cuando no se asiste a un compromiso a último momento, o se rechaza una mano extendida, será natural generar molestias. Marshall dice que su consejo más ferviente es “no ofenderse nunca”.

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