Algunas líneas tienen un sistema de promoción mediante el cual los empleados más recientes trabajan atendiendo clase económica, luego pasan a ejecutiva y finalmente, primera clase. El trabajo es muy distinto: en económica atienden a cien personas, en ejecutiva a 15 y en primera a cinco.
Otras aerolíneas permiten, hasta donde sea posible, que elijan en qué clase desean trabajar. Es en esas que se descubrió que en términos generales, azafatas y azafatos prefieren que los destinen a clase económica. Interrogados sobre el motivo explican que la atención de mucho más siempre y los pasajeros menos exigentes. Reciben su comida, la consumen, se retiran las cosas, se apagan las luces y se duermen.
Las clases exclusivas son diferentes: las exigencias son muchas y a toda hora. Algunos pasajeros se sienten los reyes de la creación y exigen la máxima atención todo el tiempo. “Es más cansador atender a cinco personas que se creen muy importantes que a 100 que aceptan dócilmente el servicio que se les brinda”, dijo un encuestado. “Con millonarios y famosos una muchas veces se siente como mucama de hotel”, dijo una azafata enojada.
Parece que los vuelos donde más se da esta experiencia son los que van de Nueva York a Los Ãngeles y los que van de Londres a Nueva York.