No son solamente las regulaciones por Covid que se le imponen a los partidos del fútbol europeo durante las pandemia – presentarse en el estadio tres horas, antes, presentar certificado de vacunación o PCR negativo, usar tapabocas todo el tiempo y llevar comida porque todos los puestos estarán cerrados — lo que hace especial la Eurocopa 2020. Lo más novedoso es que se ha convertido en una guerra de culturas. Los equipos nacionales de fútbol son símbolos de la nación. Y eso no es algo fácil en un momento en que la identidad nacional es un concepto fácil de identificar, dice Gideo Rachman en el Financial Times. Para Escocia, el tema más urgente es la independencia. Para Inglaterra, es el tema racial.
El equipo inglés ha decidido poner una rodilla en suelo antes de cada partido en señal de repudio al racismo. Pero cada vez que lo hacen son abucheados por una gran parte de sus propios simpatizantes. Ni siquiera el gobierno sabe con certeza cómo reaccionar. Después de dudarlo un poco, Boris Johnson, el Primer Ministro, condenó el abucheo y pidió a los fans que secunden a su equipo. Pero dos miembros de su gabinete – Jacob Rees Mogg y Priti Patel salieron a defender a los que abuchean. Rees Mogg sugirió además que no están expresando racismo sino condenando las políticas “marxistas” del movimiento Black Lives Matter. Patel, ministro del interior, acusó a los jugadores de recurrir a “gestos políticos”.
Y entonces a los jugadores del equipo inglés la prensa no les pregunta por la táctica que emplearán en el partido sino que les pide que comenten los dichos del ministro del interior. Es lógico suponer que los miembros del gabinete están mejor preparados que los futbolistas para hablar de política, pero de hecho el gobierno de Johnson se ve en la necesidad de preocuparse de chocar con el equipo de fútbol.
Ese tipo de guerras culturales no pasa solamente en Gran Bretaña. Cuando el equipo belga, multirracial, puso una rodilla en suelo en Rusia antes del partido inaugural de la Copa, también fue abucheado por la multitud. Viktor Orban, primer ministro de Hungría, una de las naciones anfitrionas para la Eurocopa 2020, defendió a los fans que abucheaban a equipos visitantes que hacían genuflexión, diciendo que los húngaros ven ese gesto como una provocación. Orban es un provocador de derecha que se convirtió en héroe para la derecha Trumpista norteamericana al advertir una y otra vez sobre el supuesto peligro de que Europa se vea inundada de musulmanes. Pero hasta los conservadores más moderados se sienten incómodos con la genuflexión de los futbolistas. Dicen, con nostalgia, que antes el fútbol era un espacio apolítico y que ahora el equipo nacional se ha convertido n fuente de divisiones.