Un grupo de investigadores del MIT descubrió la diferencia cerebral que nos hace únicos. Es gracias a la arquitectura de unas terminales neuronales llamadas dendritas, que son las encargadas de recibir los impulsos nerviosos que llegan de otras neuronas y de llevarla al centro metabólico (soma) de la neurona a la que pertenecen.
Gracias a este proceso neuronal podemos leer y comprender un texto: las enormes redes de comunicación que establecen estas neuronas se comunican entre sí para generar nuestros pensamientos y comportamientos.
Analizando tejido cerebral humano vivo, estos investigadores observaron que cuando la información llega al extremo de una dendrita del cerebro humano, tiene que hacer un largo recorrido a través de los canales iónicos que sirven de soporte a la señal.
Esa distancia ocasiona que la señal recibida se debilite y que la intensidad de tráfico a lo largo de los canales iónicos también descienda, provocando una situación única: las diferentes dendritas tienen que decidir en cada momento qué hacer con la información que han recibido.
Es posible que a lo largo del recorrido de la señal la dendrita dispare una señal eléctrica o no y esa decisión es tomada colectivamente por un conjunto de dendritas. Eso obliga a las dendritas a desplegar una capacidad de cálculo que es el origen de la diferencia entre la inteligencia humana y la de otros animales, según los resultados de esta investigación.
Las dendritas que están en la corteza cerebral del ser humano son mucho más largas que las de la mayoría de otras especies y es esta diferencia de longitud la que nos hace finalmente más inteligentes que otros animales.