Desde el día de hoy y durante dos semanas, los gobiernos estarán reunidos en Australia para decidir si crear un vasto santuario en el Océano Antártico que cubra una superficie de casi dos millones de kilómetros cuadrados. Si la iniciativa se acepta, será la zona protegida más grande del planeta.
El santuario propuesto se asienta sobre una parte del Océano Antártico llamada Mar de Weddell, que aloja ballenas, pingüinos, focas e incontables criaturas de mar.
Algunos de los beneficios de un santuario son evidentes. Al restringir la pesca industrial y otra actividad humana en un área particular, los santuarios impiden gran parte de un daño directo. Claro que algunas de las amenazas a la vida oceánica no se pueden atacar de esa forma: la polución plástica se mueve hacia donde la deriva la lleva y el cambio climático calienta a todo el mundo. Pero para la vida animal que ya siente la presión de esos grandes peligros globales, los santuarios pueden ofrecer algo del respiro que necesitan para comenzar a recuperarse.
El Antártico es también uno de los almacenes de carbono más importantes del mundo y asegurar su preservación es vital para evitar los peores impactos del cambio climático.
El cuerpo especial internacional que toma las decisiones sobre las aguas que rodean la Antártida se llama Comisión del Océano Antártico. Esa comisión, oficialmente conocida como CCAMLR, está compuesta por 24 países más la UE. Ellos son:
Argentina, Australia, Bélgica, Brasil, Chile, China, Unión Europea, Francia, Alemania, India, Italia, Japón, República de Corea, Namibia, Nueva Zelandia, Noruega, Polonia, Federación Rusa, Sudáfrica, España, Suecia, Ucrania, Gran Bretaña, Estados Unidos y Uruguay.
Su tarea es cuidar la vida marina antártica y asegurar que los mares continentales (que no controla ningún país) no se conviertan en zona abierta para el abuso de la pesca. Cualquiera de los miembros puede presentar una propuesta para un cambio en la forma en que se maneja el Océano Antártico y esas propuestas se debaten en las reuniones anuales. El gigantesco santuario que se debatirá en estos días es una propuesta presentada por la UE.
Las negociaciones, que empiezan hoy, significan una oportunidad única para hacer realidad el Santuario. Dos millones de personas apoyan la idea. Hay fuerte apoyo a este santuario, pero eso no es garantía de éxito. La Comisión actúa por consenso, lo que significa que una propuesta sólo puede ser aprobada si todos los países están de acuerdo. Una sola objeción puede impedir que el proyecto siga adelante o que se modiffique tanto que termine protegiendo poco la vida salvaje.