jueves, 21 de noviembre de 2024

‘Bio’ no siempre es sinónimo de ecológico

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La Real Academia Española incluye las siguientes acepciones para los prefijos y sufijos bio-, -bio, bia: Vida u organismo vivo. Como en biología, microbio y aerobia. Biológico, que implica respeto al medio ambiente. Como en biocombustible y bioagricultura.

Por Gumersindo Feijoo Costa (*)

Cuando se aplica este prefijo a un producto o actividad, nos conduce a tener una visión apriorística beneficiosa para el ser humano o para el planeta (bioproducto, biomasa, biológico, biomolécula, bioproceso…).

Ahora bien, si cambiamos la perspectiva y ampliamos el enfoque del análisis para incluir todo el ciclo de vida, no siempre el prefijo bio- aplicado a un producto o proceso incluye sistemáticamente la acepción eco-, esto es, ecológico (“dicho de un producto o de una actividad: que no es perjudicial para el medio ambiente”).

Una simple caja de madera como ejemplo

Una caja de madera como envase para botellas de vino utilizando como asa la fibra de yute puede parecer, a priori, una opción muy eco al considerar productos bio perfectamente renovables: madera y yute.

El yute es una de las fibras naturales más asequibles y cuyo cultivo es uno de los de menor impacto ambiental.

Ahora, si analizamos las etapas del ciclo de vida de unas cajas de estas características fabricadas en España, comprobamos que la mayor parte de su impacto ambiental reside en la propia asa (aunque su peso solo significa 3 g del producto final) debido al transporte desde su lugar de cultivo en la India hasta el lugar de fabricación. Si la huella de carbono del producto es 0,69 kg CO(eq), el 39 % corresponde al asa de yute.

Si se sustituyese el asa por fibra sintética de material reciclado fabricada en España, la huella de carbono se reduciría en un 26,9 %. La explicación radica en que la distancia del punto de fabricación al punto de uso se reduce de 7 500 Km a 150 Km.

Evidentemente, la variable marketing y la percepción del consumidor (ambos parámetros considerados en el ecodiseño) implica que esta acción no se considere, pues sería pasar de lo “natural” a lo “sintético”. Si se sustituye el asa de yute por asa de cáñamo de producción nacional (manteniendo el concepto bio en el diseño), se consigue una reducción del 30,2 % en la huella de carbono de la caja y, por tanto, el apelativo “biocaja” sería sinónimo de “ecocaja”.

Bioetanol vs. ecoetanol

El término bioetanol hace referencia a la obtención de etanol vía la fermentación de materia orgánica mediante la utilización de microorganismos. En función de la materia prima renovable utilizada, se añade además si es de 1ª, 2ª o 3ª generación.

Así, la primera generación hace referencia al empleo como materia prima de cultivos agrícolas (caña de azúcar, remolacha o melaza), cereales (trigo, cebada o maíz) o aceites (palma o girasol). En esto casos, el bioetanol será ecoetanol si se demuestra que no existe una transferencia de contaminación ambiental, esto es, se reducen los cambios iniciales del uso del suelo y la pérdida de diversidad en las hectáreas que se dedican a este fin. Además, es necesario garantizar que no existe una competencia con el destino de las materias primas para la alimentación humana o animal que supondría problemas de índole social.

El uso de bioetanol derivado de materias primas lignocelulósicas (segunda generación) como combustible (E10, E15 o E85 en función del porcentaje en la mezcla con gasolina) reduciría la dependencia de los combustibles fósiles y las emisiones de gases de efecto invernadero (evitando cualquier competencia con aspectos relacionados con la alimentación), pero aumentaría la acidificación, eutrofización y el smog fotoquímico, en comparación con el uso de gasolina como combustible.

Para que este bioetanol sea calificado también como ecoetanol deberían garantizarse fundamentalmente dos factores:

  • La existencia de cantidades suficientes de materia prima adecuada, así como instalaciones para convertir la materia prima en etanol, a una distancia razonable.
  • Los productores de materias primas tendrían que estar dispuestos a producir cultivos energéticos o retirar una parte de los residuos de sus campos de forma sostenible.

La utilización de algas (tercera generación) para la obtención de biocombustibles (biodiesel o bioetanol) es uno de los procesos innovadores donde se está trabajando con más ahínco para que sea una realidad económica y ambientalmente viable. Una de sus ventajas ambientales más importantes radica en la fijación de CO vía fotosíntesis, pero la operación de los biorreactores es clave para evitar transferencias de fase en la contaminación y, por tanto, asegurar que el bioetanol sea ecoetanol.

Productos bioactivos naturales

Al considerar compuestos bioactivos naturales (anticancerígenos, antivirales, antioxidantes, etc.) su efecto positivo sobre la salud humana puede apantallar cualquier otra consideración de tipo ambiental. Pero los procesos de extracción y purificación de estos compuestos suponen muchas veces la utilización de disolventes que tienen un alto impacto ambiental, incluyendo la propia salud humana y la salud de los ecosistemas.

La esponja marina mediterránea Crambe crambe produce sustancias naturales pertenecientes a dos familias de alcaloides de guanidina, a saber, las crambescinas y las crambescidinas, que ya están patentadas para su uso en el tratamiento de enfermedades víricas, tumorales y cardiovasculares.

Una evaluación de la producción de esta esponja en acuarios mediante la metodología del análisis de ciclo de vida determinó que las dos etapas que contribuyen notablemente a todas las categorías de impacto ambiental son la purificación de las moléculas bioactivas y el mantenimiento del cultivo de esponjas en el acuario.

La reutilización parcial del metanol (principal solvente en su extracción) y la reducción de las necesidades de electricidad (por ejemplo, mediante LED y con un régimen adecuado de iluminación) supone una reducción del impacto ambiental que oscila entre el 20 % y el 70 %.

El compromiso de la UE

La Unión Europea está involucrada, a través de diversos proyectos, en el estudio de los sistemas de certificación que aseguren al consumidor la sostenibilidad y circularidad de los bioproductos y bioprocesos. Por ejemplo, mediante las iniciativas “Sustainable bio-based systems through effective certification” (STAR4BBS) y “Biological Resources Certifications Schemes” (BioReCer).

Una visión holística en el análisis de productos o actividades requiere la consideración de todos los flujos de materia y energía para considerar las posibles cargas ambientales y, por tanto, demostrar que los bioproductos o bioprocesos también son ecoproductos o ecoprocesos.

(*) Catedrático de Ingeniería Química, Universidade de Santiago de Compostela.

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