Nicolas Billot-Grima pertenece a una familia con seis generaciones de viñateros
en el sur de Francia y cree haber encontrado en China un terroir interesante.
Terroir, en la jerga del negocio, es una combinación especial entre terreno
y clima que da al vino su característica única. El lugar se llama
Donghuamen y está a sólo 43 millas de Beijing. En invierno las temperaturas
suelen bajar de cero y el frío viento azota con fuerza el terreno pedregoso.
Pero el francés no se equivoca. El consumo de vino en China crece de manera
fenomenal y confía en que en poco tiempo más podrá llegar
a producir vinos de alta calidad. Su proyecto es fabricar vinos al estilo francés
y convertir a China en un productor respetado como cualquier otro productor no
europeo con capacidad, no sólo para satisfacer la demanda interna, sino
también para exportar.
En los últimos años, los profesionales chinos con buen poder adquisitivo
han comenzado a abandonar la cerveza y las fuertes bebidas locales para dar preferencia
al refinado sabor del vino. En el resto del mundo, por el contrario, se observa
una relativa disminución en el consumo, lo que ha llegado a una sobreproducción
de carácter global.
Según un estudio realizado en el año 2000 por The International
Wine and Spirit Record de Londres, en China (incluida Hong Kong) el consumo
crecerá 78% entre 2000 y 2009, o sea más de siete veces el promedio
calculado para el resto del mundo. Para 2009, se calcula que los chinos consumirán
766 millones de botellas de vino (500 millones en 2004).
Mientras en Europa se pide a los productores que reduzcan cantidad y se concentren
en calidad y competitividad, el desafío en China es dar un salto gigantesco
en calidad. La mayoría de los vinos nacionales son apenas digeribles para
cualquiera acostumbrado a los vinos europeos o de otras regiones ya bien establecidas.
Pero una nueva generación de productores, respaldada por inversión
extranjera y asesoramiento técnico, está tratando de cambiar esa
reputación. El objetivo es mantener el ritmo de la evolución del
gusto de los ciudadanos más viajados y sofisticados y competir con otras
naciones productoras.
Sin embargo, para tranquilidad de los productores del mundo, China todavía
está a años luz de ser competitiva internacionalmente. Y además,
el tamaño y crecimiento potencial del mercado interno va a tener ocupados
a los productores locales durante bastante tiempo.
Nicolas Billot-Grima pertenece a una familia con seis generaciones de viñateros
en el sur de Francia y cree haber encontrado en China un terroir interesante.
Terroir, en la jerga del negocio, es una combinación especial entre terreno
y clima que da al vino su característica única. El lugar se llama
Donghuamen y está a sólo 43 millas de Beijing. En invierno las temperaturas
suelen bajar de cero y el frío viento azota con fuerza el terreno pedregoso.
Pero el francés no se equivoca. El consumo de vino en China crece de manera
fenomenal y confía en que en poco tiempo más podrá llegar
a producir vinos de alta calidad. Su proyecto es fabricar vinos al estilo francés
y convertir a China en un productor respetado como cualquier otro productor no
europeo con capacidad, no sólo para satisfacer la demanda interna, sino
también para exportar.
En los últimos años, los profesionales chinos con buen poder adquisitivo
han comenzado a abandonar la cerveza y las fuertes bebidas locales para dar preferencia
al refinado sabor del vino. En el resto del mundo, por el contrario, se observa
una relativa disminución en el consumo, lo que ha llegado a una sobreproducción
de carácter global.
Según un estudio realizado en el año 2000 por The International
Wine and Spirit Record de Londres, en China (incluida Hong Kong) el consumo
crecerá 78% entre 2000 y 2009, o sea más de siete veces el promedio
calculado para el resto del mundo. Para 2009, se calcula que los chinos consumirán
766 millones de botellas de vino (500 millones en 2004).
Mientras en Europa se pide a los productores que reduzcan cantidad y se concentren
en calidad y competitividad, el desafío en China es dar un salto gigantesco
en calidad. La mayoría de los vinos nacionales son apenas digeribles para
cualquiera acostumbrado a los vinos europeos o de otras regiones ya bien establecidas.
Pero una nueva generación de productores, respaldada por inversión
extranjera y asesoramiento técnico, está tratando de cambiar esa
reputación. El objetivo es mantener el ritmo de la evolución del
gusto de los ciudadanos más viajados y sofisticados y competir con otras
naciones productoras.
Sin embargo, para tranquilidad de los productores del mundo, China todavía
está a años luz de ser competitiva internacionalmente. Y además,
el tamaño y crecimiento potencial del mercado interno va a tener ocupados
a los productores locales durante bastante tiempo.