“El verdadero lujo es vivir una vida que los smartphones desconocen. Para ser humano el hombre necesita este secreto de vida”. La nueva definición de lujo proviene del multimillonario Bruno Cucinelli, dueño de la marca “King of Cashmere”, quien se desayuna contemplando su negocio en las praderas de Umbria, Italia y saboreando uvas recién cosechadas.
Cucinelli reflexiona, contemplando el amable paisaje a su alrededor, que la gente que compra sus costosísimas prendas cada vez más busca un modo de vida amigable con el ambiente. Esta filosófica visión de la vida coincide con el cambio que se está operando en la industria europea del lujo, donde las personas que se pueden dar el lujo de comprar una bufanda de cashmere Cucinelli que cuesta €1.230 quiere mercancías fabricadas sin desperdicios o daño social.
La visión del empresario es que a medida que la vida moderna se vuelve más urbana y llena de teléfonos y dispositivos, la gente rica comienza a asociarse con la sustentabilidad así como en el pasado lo hacía con el arte.
En el caso de Cucinelli, esta asociación con la sustentabilidad se ha traducido en su “Proyecto para la belleza”, la restauración de un casería en lo alto de una loma que ha convertido en su hogar y su oficina central en Umbria, Italia central.
Con el proyecto, financiado por la fundación de su familia, tiró abajo galpones y plantó viñedos y olivares.
