Hay algunos mitos que perduran en cuanto a la organización empresarial. Uno, el más antiguo, es el que dice que la compensación financiera es la mejor manera de incentivar a las personas. Otro es el que plantea que lo mejor que puede hacer un jefe es pagarle tanto como pueda a sus empleados para permitirles que gasten su dinero en las cosas que más quieren. Estos mitos parecen tan obvios que son verdades del ambiente de trabajo.
Sin embargo, un estudio de comportamiento humano viene a echar por tierra ambas cuestiones. Descubrieron que ofrecer a los empleados grandes bonos compensatorios puede ser antiproducente. De hecho, solo son efectivos hasta cierta suma, cuando se vuelven demasiado grandes se vuelven condicionantes del buen trabajo y comienzan a ser una causa de estrés.
Otro estudio científico propone darle una segunda vuelta a la cuestión. Los bonos, grandes o pequeños, hacen más felices a los empleados solo si se los puede gastar en otras personas. El estudio se centró en dinámicas de grupo y dio bonos pero para que el destinatario escoja a una persona para regalárselo. Descubrieron que esta actividad fortalecía los vínculos entre los miembros del equipo y les permitía trabajar mejor.
Para ilustrar valen unas cifras: en una compañía farmacéutica en la que se llevó a cabo el estudio, por cada US$ 10 de bonos, la compañía percibía US$ 3 de retorno. Una pérdida neta de US$ 7. Cuando el bono se socializó por cada US$ 10 se generaron retornos por US$ 52 en ventas. Nada mal para un experimento social que, gracias a sus buenos resultados, podría replicarse en otras compañías del mundo.