Uno de esos argumentos dice que las marcas aparecieron en la sociedad cono
una forma de proteger a los consumidores contra el peligro de comprar mala calidad.
En los días pre-industriales, cuando la gente vivía en pequeños
poblados donde todos se conocían, se sabía exactamente qué
ingredientes usba el pastelero y cuáles eran los carniceros confiables.
Las grandes ciudades terminaron con eso. La marca apareció como una
garantía de seguridad y confiabilidad. Sus dueños tenían
un poderoso incentivo para asegurar que cada torta era exactamente igual a la
anterior, y lo usaban para convencer a la gente a volver a comprar a comprar
su producto.
Hoy, la dependencia que tienen las marcas exitosas de la confianza y de la
calidad consistente es todavía más grande. Las marcas son las
herramientas con las cuales las empresas buscan conseguir y retener la lealtad
de los consumidores. Por eso destinan enormes sumas de dinero a la publicidad
y al marketing. Con buena publicidad y marketing las marcas pueden darse el
lujo de subir precios y hasta dificultar la entrada al mercado de recién
llegadas.
Pero también eso tiene un límite. Los gustos de la gente cambian
con el tiempo, y marcas que fueron famosas durante muchos años se pierden
en el olvido.
Entonces, la marca es una moneda con dos caras. De un lado es fuerte e importante.
del otro es vulnerable. Las empresas deben estar permanentemente conscientes
de esa vulnerabilidad y cuidar todos los aspectos que puedan perfilarse como
posibles peligros para la continuidad del prestigio de sus marcas.