Desde el comienzo de la pandemia hemos visto varias marcas hacer gestos simbólicos en pos de concientizar sobre la necesidad de aislamiento social: Coca Cola poniendo espacio en las letras de su logo, Mercado Libre reemplazando el codo a codo en su icónica imagen, Chevrolet o Jeep pidiendo que no usen los autos y se queden en casa, señala el informe de Trend City.
Un cambio de paradigma que COVID-19 aceleró: pasar del discurso del bien común a las acciones concretas. El momento donde no sólo el storytelling se convierte en storydoing sino en storygiving: poner todo su poder al servicio de la comunidad. Las conversiones hacen más porosas que nunca las fronteras de cada marca.
Louis Vuitton, Dior y Givenchy dejaron de lado los perfumes y el lujo por la producción de alcohol en gel (en Argentina lo hizo Quilmes, en vez de cerveza) mientras grandes diseñadores también aportaron producción de máscaras, barbijos y equipos de protección médica.
Y algunas automotrices como Peugeot y Renault se sumaron a la producción de respiradores artificiales. En paralelo y en tiempo record, varios negocios entendieron que el eje eran las necesidades de las personas en cuarentena y se reconvirtieron.
Turismocity dejó de ofrecer paquetes de vuelos/ turismo y armó ofertas online de servicios de gastronomía y entretenimiento dentro de casa, apps de movilidad como Beat y Cabify se transforman en delivery o surgieron alianzas impensadas como Unilever y Rappi (envío de productos básicos a domicilio sin costo) o Google y Apple trabajando juntos en una app para detección de casos de COVID-19.