¿Querés saber si sos un trabajador “quemado”?

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No, con fuego no, con trabajo. El síndrome del trabajador quemado genera, casi siempre, depresión, pero no lo es. Es producto de muchos factores, pero principalmente del estrés que genera la sobrecarga de trabajo y las altas expectativas de rendimiento.

 El término “burnout” que estamos traduciendo como quemado fue acuñado en los años 70 por el psicólogo Herbert Freudenberger para describir las consecuencias de estrés severo derivado del exceso de trabajo y la necesidad de cumplir con las expectativas. Hoy el término se aplica también al lado oscuro del autosacrificio.

Según Jesús Montero-Marín, psicólogo clínico e investigador en el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud, “aunque todavía se está estudiando la definición más exacta, se refiere a un estado de agotamiento y un sentimiento de falta de eficiencia que derivan en negligencia con los objetivos a cumplir por parte del trabajador.

Él y un grupo de investigadores de la Universidad de Zaragoza y el Instituto Aragonés
de Ciencias de la Salud identifican tres perfiles de burnout:

El frenético: es el trabajador que está permanentemente con la sensación de que el trabajo so supera, que la sobrecarga es demasiado pesada y le provoca el descuido de su vida personal y el abandono del cuidado de su salud.

El indiferente: ninguna de las tareas que debe realizar le genera entusiasmo. Las acomete a todas con el mismo escaso estímulo. Perdió la motivación y hasta la fuerza para decidir cambiar el trabajo que tiene por otro más interesante. Por lo general le ocurre a empleados públicos con tareas de tipo administrativo y burocrático.

El desgastado: el agotamiento le impide controlar los resultados de su trabajo y además siente que no que no se le reconoce el esfuerzo. El proceso lo va llevando hacia un estado de negligencia y abandono de responsabilidades.

Cualquiera de los tres estadios, si bien no constituyen enfermedad propiamente dicha, requieren de la atención de un terapeuta para diagnosticar el grado y ayude a salir de la situación, según los investigadores aragoneses.

Por su parte, un portal de salud pública médica perteneciente a la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos identifica los síntomas y las señales de este síndrome tan difundido en estos días en que cada vez hay menos empleados para realizar la misma cantidad de trabajo que antes. Coincide bastante con los investigadores del Instituto Aragonés.

Señales y síntomas

Hay una serie de síntomas. No hay acuerdo sobre cuáles se deben al exceso de trabajo y cuáles no. Pero todas las definiciones sobre el síndrome tienen en común que los síntomas son el resultado de estrés en el trabajo o en otras partes. Hay tres áreas principales que se consideran síntomas de lo que se considera el síndrome del quemado:

Agotamiento emocional: La gente se siente vacía, exhausta, sobrecargada, cansada, bajoneada y sin energía. Los problemas físicos incluyen dolor de estómago y problemas digestivos.

Alienación de las actividades relacionadas con el trabajo: La gente encuentra cada vez más que sus trabajos son negativos y frustrantes. Pueden desarrollar una actitud de escepticismo e indiferencia hacia el lugar donde trabaja y sus colegas. Se van aislando emocionalmente cada vez más y se desentienden de lo que les toca hacer.

Menor rendimiento: El “burnout” afecta las tareas cotidianas en el trabajo, en el hogar o en el cuidado y atención de los miembros de la familia. La gente “quemada” es muy negativa hacia todo lo que tiene que hacer, le cuesta concentrarse, es apática y perdió la creatividad.

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