<p>Poder administrar la procrastinación es una de las tareas más difíciles, en el trabajo y en cualquier orden de la vida. Postergar el momento de la decisión o de la acción –por unos minutos o por varios meses- puede traer problemas. Está actitud está relacionada con la típica personalidad controladora, que quiere analizar en extremo cada aspecto de las cosas antes de zambullirse a una aventura. La idea es que ese “tiempo de más” ayuda a juntar más información y, por lo tanto, tomar mejores decisiones.</p>
<p>Forbes entrevistó a Frank Partnoy, autor de “Waiting: The Art and Science of Delay”. Partnoy llegó a una conclusión que, aunque parece lógica, a nadie se le había ocurrido antes: aquellas personas procrastinadoras en el trabajo, también tienden a hacerlo en otras áreas de sus vidas. A esto se le suma un dato más: son también las más felices.</p>
<p>Argumenta que la tecnología ha aumentado la velocidad para la toma de decisiones y esto genera, muchas veces, angustia. Aquellos que postergan son más felices y, a veces, más efectivos en sus áreas de trabajo y fuera de ellas. Esto es cierto en diferentes profesiones: desde jugadores de tenis profesionales hasta ejecutivos bien pagos.</p>
<p>Sin embargo, Partnoy advierte que esta actitud ante la vida debe ser bien administrada. A veces, cuando no hay mucho tiempo para responder y es absolutamente urgente tomar una decisión, procrastinar no es el mejor camino. La clave es entender que en la mayoría de las ocasiones no hay tiempos perfectos para responder adecuadamente sino que se puede reaccionar a diferente velocidad y seguir haciéndolo bien.</p>
<p>Las innovaciones científicas y tecnológicas, por ejemplo, no aparecen de un día para otro sino que son años y años de investigación y desarrollo puestos al servicio de un producto revolucionario. La mayoría de los relatos fundacionales de las grandes marcas, como Apple o Microsoft, hacen creer que sus imperios se formaron en cuestión de días. Nunca sucede así sino que los emprendedores, especialmente aquellos que viven en el mundo competitivo de Silicon Valley, se toman su tiempo para diseñar el futuro. Se puede ser competitivo sin tener que moverse a la velocidad de la luz.</p>
<p>La famosa frase de Leonard Bernstein puede resultar paradójica– “Para lograr grandes cosas se necesita un plan y poco tiempo”—pero lo cierto es que las personas que hacen todo rápido a último momento, generalmente se toman mucho tiempo antes para pensar y juntar información sobre el problema y la forma de solucionarlo.</p>
<p>En palabras de Partnoy: “Postergar cosas es un acto humano en el que deberíamos incurrir seguido. Hay más posibilidades de que tengamos una idea brillante mientras nos tomamos un rato de descanso saboreando una segunda taza de café , que tomando una sola a las apuradas”. Ahora, a postergar decisiones sin culpa.</p>
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Postergar decisiones, ¿una buena idea?
En su libro, Waiting: The Art and Science of Delay, el profesor Frank Partnoy extiende el concepto de procrastinación más allá del trabajo y dice que tomarse su tiempo para la toma de decisiones no es tan malo, después de todo.