Aunque estudien en escuelas elitescas o tengan antecedentes impresionantes, la presencia de mujeres en los directorios es menor que la de los hombres.
Una encuesta global realizada el año pasado por Vanessa Fuhrmans, Gang Wang y Rich Devine, todos profesores de management, buscó desentrañar las razones de todo esto.
Las cualidades estereotipadas de un buen líder—agresión, ambición y dominio – tienden a coincidir con las cualidades estereotipadas de los hombres más que las mujeres.
Como resultado, los hombres son considerados líderes naturales cuando exhiben rasgos de agresión, mientras que a las mujeres que muestran las mismas cualidades se las penaliza por poco femeninas.
Otro problema es que las mujeres son víctimas del favoritismo de camarilla. La gente tiende a evaluar más positivamente a las personas que se les parecen. Esta tendencia las daña porque casi 80% de los miembros de directorio son hombres.
Diversos factores sociales reducen la oferta de mujeres para los niveles altos. Por ejemplo, ellas realizan más tareas familiares que los hombres. Y además necesitan licencia por maternidad y o ausencias para cuidar a niños y mayores. Todo eso les daña la carrera.
Además, tienen procesos de socialización diferentes de los de los hombres. Ya desde la infancia, los varones suelen recibir más aliento para que sean líderes, compitan y se animen a correr riesgos. Por eso tienen más oportunidades de desarrollar esas habilidades, que luego los ayudan a ascender y triunfar en los cargos de CEO.
¿Cómo se corrige esta situación?
Una posibilidad es el establecimiento de cuotas, pero eso no sólo es ineficaz sino que hasta podría ser dañino. Las cuotas crean la idea de que las mujeres están allí sólo por su género. Eso puede generar una reacción en contra y debilitar su legitimidad. Además, podría terminar promocionando mujeres que no tienen las condiciones adecuadas y así, reforzar el estereotipo de género.
Un método mejor es asegurar que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres para desarrollarse. Las empresas podrían concentrarse en impedir los prejuicios, los estereotipos y el favoritismo que muchas veces desalienta la elección de una mujer.
En general, es la sociedad la que debe asegurar que las mujeres tengan las mismas oportunidades para desarrollar habilidades de liderazgo desde el comienzo de la vida.