Durante décadas, los europeos fueron mucho más discretos que los estadounidenses en cuanto al pago de los jefes. Ahora éstos se muestran cada vez más desinhibidos para exigir una remuneración al “estilo americano”… y muchas veces la consiguen. Pero a diferencia de Estados Unidos, donde los enormes paquetes remuneratorios son moneda corriente, en Europa son menos aceptables para los inversionistas y, en algunos países, están generando resistencia.
Abundan las señales de que se está achicando la brecha salarial a ambos lados del Atlántico. El año pasado Jan Bennink, director ejecutivo de Royal Numico, productores holandeses de alimentos para bebés, recibió US$ 13,4 millones. Lord Browne, CEO de BP, US$ 18,5 millones y Antoine Zacharias, ex presidente de Vinci, compañía francesa de construcción, recibió US$ 22 millones en concepto de remuneración e indemnización.
Si bien cualquiera de esas cifras puede parecer baja comparada con la remuneración de algunos ejecutivos americanos de los últimos años, los jefes europeos están cobrando hoy cifras que hace apenas cinco años eran inimaginables.
En opinión de Pierre-Henri LeRoy, director de la consultora francesa Proxinvest, “en Francia se ha legalizado la codicia. Los ejecutivos se comparan con el mercado estadounidense – no con la India – cuando proyectan su remuneración”.
Para John Viney, socio fundador de Zygos Partnership, una empresa londinense de búsqueda de personal ejecutivo, es la primera vez que se achica la brecha entre Europa y Estados Unidos. Esto ocurre, explica, porque por un lado en Norteamérica el aumento de los controles está ayudando a reducir la diferencia, pero el verdadero cambio proviene de las comparaciones internacionales, que más que internacionales son transatlánticas.
Distintos estudios realizados en Alemania, Francia y Países Bajos, usando diversas metodologías, también muestran que los sueldos ejecutivos están en alza en Europa.
En los Países Bajos, la remuneración media a directores ejecutivos en 75 empresas cotizantes estudiadas por la consultora Hewitt Associates, aumentó 17,8 % en 2004, a $1,47 millones.
En Francia, la media (para los ejecutivos de las empresas del índice CAC-40) fue de US$ 3 millones en 2004 (US$ 780.000 en 1998).
En Alemania, una encuesta reciente muestra un aumento de casi 11% en el salario promedio 2005 de los directores ejecutivos de 30 compañías cotizantes.
Estos aumentos provocan disgusto y hasta indignación en algunos países con tradiciones socialistas en lo político y económico. En enero, cuando la gigantesca compañía hotelera francesa Accor no renovó el contrato del director ejecutivo Jean-Marc Espalioux, los inversionistas se indignaron porque éste se las ingenió para retirarse con una indemnización de US$ 15 millones. Ese pago fue aprobado el mes pasado con 59% de las acciones que emitieron su voto en la reunión anual de la compañía. Según LeRoy, nunca una moción tuvo un apoyo tan escaso.
En Francia, el gobierno comenzó en 2001 a exigir que se informe públicamente sobre los sueldos a ejecutivos. Fue así que el caso Jean-Marie Messier generó mucha indignación cuando trató de alzarse con US$ 25 millones cuando fue despedido de Vivendi en 2002. Ese tipo de codicia no se conocía 10 años atrás, opina LeRoy.
En Gran Bretaña, hace apenas dos meses los accionistas se enteraron de que United Business Media, dueña de PR Newswire y otros servicios empresariales, va a pagar al CEO saliente, Lord Hollick, honorarios por US$ 486,000 para que efectúe una transición suave con su sucesor.
Y en Alemania, la mayor apertura en la información llevó el tema de la codicia a la luz pública y puso en marcha una seria crítica al director ejecutivo del Deutsche Bank, Josef Ackermann.
Una corte federal decidió a fines del año pasado que Ackermann y otros cinco ejecutivos serán nuevamente llevados a la justicia por violar la ley empresarial alemana. El grupo repartió US$ 67 millones en bonos a un puñado de ejecutivos de Mannesmann, la compañía de telecomunicaciones en cuyo directorio figura Ackermann. Los bonos fueron otorgados en el 2000 después de que Mannesmann aceptara ser comprada en US$ 183.000 millones, la toma de empresas más grande de Europa. Ackermann ya fue absuelto por un juzgado inferior y el comité de supervisión del Deutsche Bank sigue insistiendo en que Ackermann no ha hecho nada que sea ilegal o inmoral.
Pero el hecho que ahora hay más apertura sobre estos temas puede tener un efecto perverso y provocar el apetito competitivo. Como el monto de las remuneraciones aparece en muchos diarios y publicaciones de todo el mundo, los ejecutivos pueden argumentar que ellos valen mucho más. Algunos dicen que eso fue lo que ocurrió en Estados Unidos.
Durante décadas, los europeos fueron mucho más discretos que los estadounidenses en cuanto al pago de los jefes. Ahora éstos se muestran cada vez más desinhibidos para exigir una remuneración al “estilo americano”… y muchas veces la consiguen. Pero a diferencia de Estados Unidos, donde los enormes paquetes remuneratorios son moneda corriente, en Europa son menos aceptables para los inversionistas y, en algunos países, están generando resistencia.
Abundan las señales de que se está achicando la brecha salarial a ambos lados del Atlántico. El año pasado Jan Bennink, director ejecutivo de Royal Numico, productores holandeses de alimentos para bebés, recibió US$ 13,4 millones. Lord Browne, CEO de BP, US$ 18,5 millones y Antoine Zacharias, ex presidente de Vinci, compañía francesa de construcción, recibió US$ 22 millones en concepto de remuneración e indemnización.
Si bien cualquiera de esas cifras puede parecer baja comparada con la remuneración de algunos ejecutivos americanos de los últimos años, los jefes europeos están cobrando hoy cifras que hace apenas cinco años eran inimaginables.
En opinión de Pierre-Henri LeRoy, director de la consultora francesa Proxinvest, “en Francia se ha legalizado la codicia. Los ejecutivos se comparan con el mercado estadounidense – no con la India – cuando proyectan su remuneración”.
Para John Viney, socio fundador de Zygos Partnership, una empresa londinense de búsqueda de personal ejecutivo, es la primera vez que se achica la brecha entre Europa y Estados Unidos. Esto ocurre, explica, porque por un lado en Norteamérica el aumento de los controles está ayudando a reducir la diferencia, pero el verdadero cambio proviene de las comparaciones internacionales, que más que internacionales son transatlánticas.
Distintos estudios realizados en Alemania, Francia y Países Bajos, usando diversas metodologías, también muestran que los sueldos ejecutivos están en alza en Europa.
En los Países Bajos, la remuneración media a directores ejecutivos en 75 empresas cotizantes estudiadas por la consultora Hewitt Associates, aumentó 17,8 % en 2004, a $1,47 millones.
En Francia, la media (para los ejecutivos de las empresas del índice CAC-40) fue de US$ 3 millones en 2004 (US$ 780.000 en 1998).
En Alemania, una encuesta reciente muestra un aumento de casi 11% en el salario promedio 2005 de los directores ejecutivos de 30 compañías cotizantes.
Estos aumentos provocan disgusto y hasta indignación en algunos países con tradiciones socialistas en lo político y económico. En enero, cuando la gigantesca compañía hotelera francesa Accor no renovó el contrato del director ejecutivo Jean-Marc Espalioux, los inversionistas se indignaron porque éste se las ingenió para retirarse con una indemnización de US$ 15 millones. Ese pago fue aprobado el mes pasado con 59% de las acciones que emitieron su voto en la reunión anual de la compañía. Según LeRoy, nunca una moción tuvo un apoyo tan escaso.
En Francia, el gobierno comenzó en 2001 a exigir que se informe públicamente sobre los sueldos a ejecutivos. Fue así que el caso Jean-Marie Messier generó mucha indignación cuando trató de alzarse con US$ 25 millones cuando fue despedido de Vivendi en 2002. Ese tipo de codicia no se conocía 10 años atrás, opina LeRoy.
En Gran Bretaña, hace apenas dos meses los accionistas se enteraron de que United Business Media, dueña de PR Newswire y otros servicios empresariales, va a pagar al CEO saliente, Lord Hollick, honorarios por US$ 486,000 para que efectúe una transición suave con su sucesor.
Y en Alemania, la mayor apertura en la información llevó el tema de la codicia a la luz pública y puso en marcha una seria crítica al director ejecutivo del Deutsche Bank, Josef Ackermann.
Una corte federal decidió a fines del año pasado que Ackermann y otros cinco ejecutivos serán nuevamente llevados a la justicia por violar la ley empresarial alemana. El grupo repartió US$ 67 millones en bonos a un puñado de ejecutivos de Mannesmann, la compañía de telecomunicaciones en cuyo directorio figura Ackermann. Los bonos fueron otorgados en el 2000 después de que Mannesmann aceptara ser comprada en US$ 183.000 millones, la toma de empresas más grande de Europa. Ackermann ya fue absuelto por un juzgado inferior y el comité de supervisión del Deutsche Bank sigue insistiendo en que Ackermann no ha hecho nada que sea ilegal o inmoral.
Pero el hecho que ahora hay más apertura sobre estos temas puede tener un efecto perverso y provocar el apetito competitivo. Como el monto de las remuneraciones aparece en muchos diarios y publicaciones de todo el mundo, los ejecutivos pueden argumentar que ellos valen mucho más. Algunos dicen que eso fue lo que ocurrió en Estados Unidos.