sábado, 23 de noviembre de 2024

Nuevos estudios desmienten la teoría sobre el maní

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Por muchos años, los expertos creían que la mejor manera de hacerle frente a las alergias al maní era evitar todos los productos del maní durante el primero año de vida. 

Por esta razón en el año 2000 la American Academy of Pediatrics(AAP) recomendó que todos los niños con riesgo elevado de alergias al maní (como aquellos con antecedentes familiares, o con otras alergias alimentarias, o con eczema) no deberían consumir maní hasta cumplir los 3 años. Pero de nada sirvió, razón por la cual en el 2008 la AAP dejó de hacer esta recomendación.

 

Por esa  misma época más o menos, un grupo de investigadores del Reino Unido se dio cuenta de algo interesante: la alergia al maní en los niños judíos que vivían en el Reino Unido era casi 10 veces más común que la de los niños judíos que vivían en Israel. Puesto que estos niños tienen una ascendencia similar, la diferencia tenía que ser debido a algo que estaban haciendo.

La gran diferencia resultó ser la dieta. Los niños en el Reino Unido muy pocas veces consumían productos de maní durante el primer año de vida —mientras que los niños de Israel consumían una merienda conocida como Bamba, una especie de hojaldre de maíz hecho con manteca de maní. Los investigadores se preguntaron: ¿Podría ser está la principal diferencia —que los niños israelitas comían productos de maní desde una edad temprana?

Así que decidieron ponerlo a prueba. Realizaron un estudio con cerca de 600 bebés que tenían eczema severa o alergia al huevo, que se sabe aumenta el riesgo de las alergias al maní. Los dividieron en dos grupos: A un grupo le dieron el producto Bamba para comer con frecuencia (si no les gustaba Bamba, podían comer manteca de maní sin grumos) y al otro grupo se le dijo que no consumieran ningún producto que contuviera maní. Hicieron esto hasta que los niños cumplieron 5 años de edad.

Al cumplir los 5 años, solamente el 3 por ciento de los niños que comieron productos del maní eran alérgicos —comparado con 17 por ciento de los que no comieron maní. Esto incluyó a los niños que obtuvieron resultados positivos a las pruebas de alergia al maní cuando eran bebés (aquellos con resultados positivos sólidos fueron excluidos del estudio).

Ésta fue una noticia enorme y asombrosa.

Sin embargo, no quiere decir necesariamente que todos los que tengan un bebé deban salir corriendo a comprar manteca de maní—o que si lo hacen les garantizará que su niño nunca sufra de alergia al maní.  Todavía quedan muchas preguntas sin contestar; por ejemplo, no se sabe la cantidad de maní que deba consumirse para prevenir una alergia, o durante cuánto tiempo debe ser comido (se puede comer algunas veces y dejar de comerlo, o ¿tiene la familia que continuar dándoselo al niño?). Tampoco se sabe si esta estrategia funcionará con otro tipo de alergias alimentarias.  Sin embargo, es un buen augurio de que algo podremos hacer para prevenir las alergias al maní, y quizá de la misma forma otras alergias alimentarias.

 

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