viernes, 27 de diciembre de 2024

¡No me toquen mis beneficios!

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Tratar de eliminar cualquier beneficio adicional, dicen expertos en remuneración de Wharton, puede provocar en los empleados, sentimientos de traición y hasta venganza contra la compañía.

<p>Hace dos meses, cuando los empleados de Google se enteraron de que la compa&ntilde;&iacute;a proyectaba mejorar la calidad y subir dr&aacute;sticamente el precio de su programa de guarder&iacute;as, lloraron, seg&uacute;n public&oacute; el New York Times. </p>
<p>El precio del programa subi&oacute; de US$ 1.425 a US$ 2.500 por mes y el costo de dos ni&ntilde;os en el programa subi&oacute; de US$ 33.000 a US$ 57.000 al a&ntilde;o. La lista de espera (dos a&ntilde;os, 700 familias) se redujo en m&aacute;s de la mitad. De buenas a primeras Google, siempre tratada con cari&ntilde;o por la prensa, fue denunciada en el Times de estar haciendo manejos raros con su programa infantil. </p>
<p>Expertos en remuneraci&oacute;n de la escuela de negocios Wharton dicen que la reacci&oacute;n sobre la decisi&oacute;n de Google de cambiar su programa de cuidados infantiles ilustra la dificultad en eliminar un beneficio a los empleados. &quot;Una vez que alguien tiene un beneficio, sacarlo es visto como una violaci&oacute;n de un contrato psicol&oacute;gico que uno tiene con el empleado,&quot; dice Nancy Rothbard, profesora de management.</p>
<p>Los beneficios a los empleados pueden ir desde ofrecimientos tradicionales – como el auto de la compa&ntilde;&iacute;a, uso del avi&oacute;n y beneficios extendidos de jubilaci&oacute;n – hasta otros altamente personalizados, como personal trainers, servicio de lavand3er&iacute;a y oficinas que cuidan mascotas. En Google, los padres reciben US$ 500 para gastar en comidas para llevar durante las primeras semanas con un nuevo beb&eacute;. </p>
<p>Todos esos beneficios fueron recortados cuando la indignaci&oacute;n p&uacute;blica sobre abusos inst&oacute; a la SEC a imponer reglas severas en 2006. La nueva reglamentaci&oacute;n fue inspirada, en parte, por la mala prensa sobre revelaciones, por ejemplo, relacionadas con el divorcio de Jack Welch (ex CEO de General Electric). En las audiencias se supo que la compa&ntilde;&iacute;a le hab&iacute;a otorgado generosos beneficios post jubilatorios: el alquiler de un departamento en Manhattan que costaba US$ 80.000 por mes y entradas privilegiadas para ver los eventos deportivos m&aacute;s importantes del a&ntilde;o. Dennis Kozlowski, ex CEO de Tyco, recibi&oacute; un departamento de US$ 2,5 millones en la Trump Tower de Nueva York y un parag&uuml;ero con forma de perro que cost&oacute; US$ 15.000, entre muchos otros &quot;perks&quot;. Ni siquiera Warren Buffett queda afuera. Una vez dijo a un diario australiano que en la memoria y balance anual pone el avi&oacute;n que tiene a su servicio &quot;en la letra m&aacute;s chiquita que encuentro&quot;. <br />
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<p>'El beneficio es mío'</p>
<p>La actual crisis económica podría desencadenar otra ola de retiro de beneficios. "Los directorios sacaban algunos de esos beneficios porque pensaban que no se veían bien" opina Peter Cappelli (Wharton). "Pero yo creo que eso ya pasó, y ahora el tema es si esas prácticas son importantes para reclutar y retener a los empleados. Si las dificultades económicas aflojan, creo que habrá otra vuelta a los "perks". Lo vimos en el 2001". </p>
<p>Según él, hay beneficios baratos, o sin costo – como días de trabajar en ropa informal, café gratuito y descuentos en alimentos – pueden no mejorar mucho el humor o la productividad, pero tampoco afectan la caja de la compañía. Y las empresas deberían tener cuidado cuando se disponen a reducirlos o eliminarlos. "Si uno saca cualquier cosa a los empleados, es importante explicar la necesidad de hacerlo," dice. "Ayuda mucho si la necesidad es algo movido por factores ajenos a la firma. La necesidad de mejorar el precio de la acción no va a satisfacer a mucha gente".</p>
<p>Sigal Barsade (management, Wharton) coincide. "Yo no recomiendo sacar ningún beneficio, pero si hay que hacerlo, la gerencia debe recordar que sacarle cosas a la gente casi siempre conduce a sentimientos de injusticia," dice, pues añade que por lo general los empleados llegan a creer que hasta el más mínimo beneficio es algo que "poseen". Sacarlo es buscar el camino más directo al enojo, que a su vez, conduce a menores niveles de motivación y conducta vengativa. La retaliación puede tomar forma psicológica, como menos compromiso con el trabajo, o una forma de conducta, como poner menos esfuerzo en el trabajo. "Si la gerencia hace una cosa así, tiene que estar muy segura de explicar con mucha claridad por qué era necesario, para que le parezca justo a los empleados, dice Barsade.</p>
<p>Si bien históricamente los "perks" han sido casi siempre para los altos ejecutivos, en tiempos de bonanza las empresas suelen extenderlo hacia las capas inferiores del organigrama. Parte del problema en Google, entonces, fue que el aumento de precio fue interpretado como una forma de limitar el acceso a un beneficio que antes era gozado por, o al menos ofrecido a, gran número de empleados. </p>
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