jueves, 26 de diciembre de 2024

No confundir ejecución con estrategia

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Muchas veces los ejecutivos
confunden  visión, misión, propósito, plan o un conjunto de metas, con
estrategia.  Si lo hacen, ponen el carro delante del caballo.


Hay cinco preguntas para hacerse antes de formular una estrategia para la organización:
1. ¿En qué negocio habría que estar?
2. ¿Cómo se puede agregar valor a la empresa?
3. ¿Quiénes son los clientes ideales para el negocio?
4. ¿Cuál es la proposición de valor para esos clientes?
5. ¿Qué capacidades son fundamentales para agregar valor al negocio y diferenciar sus proposiciones de valor?

Aunque muchas compañías pueden articular una visión, una misión, un propósito o una meta, son pocas las que tienen buena respuesta para las cinco preguntas de arriba.

No pueden responderlas porque no se las han formulado. Entonces, misión, visión, etc, se convierten en una máscara para la estrategia. Cuando eso ocurre, se pierde la verdadera sustancia de la estrategia.  No hay fundamento para la toma de decisiones ni la asignación de recursos. Los costos se recortan indiscriminadamente y tarde o temprano, sin una estrategia como guía, el crecimiento navega a la deriva.

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