<p>Los motores del crecimiento ya no están en los países tradicionalmente centrales, o sea Estados Unidos y Europa occidental. Los reemplazan naciones emergentes que se han convertido también en imanes para las multinacionales occidentales que necesitan esos mercados con millones de consumidores nuevos. <br />
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En los mercados emergentes está la nueva demanda – inmensas clases medios que ingresan al consumo – y también la nueva oferta, con nuevos campeones que llegan a disputar mercado a los gigantes de siempre.</p>
<p>Todo esto ha creado un mundo multipolar que se mueve a velocidad diferente y plantea requisitos diferentes para quienes pretenden triunfar. El mundo de hoy tiene múltiples centros de poder e influencia que están cambiando la forma de hacer negocios. Las multinacionales, entonces, deben desprenderse de métodos que sostenían un entorno homogéneo de negocios para abrazar el modelo de empresa global en un mundo cambiado. <br />
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Pero en esta nueva etapa surgen muchos interrogantes y también dificultades. Por ejemplo, cómo pueden las empresas equiparar la autonomía local con la necesidad de lograr escala global y estandarización. ¿Tiene sentido ahora seguir teniendo una casa matriz?¿De dónde debe venir el talento?<br />
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En todo este planteo de interrogantes tres temas se perfilan como facilitadores de éxito; un nuevo modelo operativo, derechos de decisión más esparcidos y un modelo de liderazgo y manejo de personal que enfatice la diversidad y el talento local.</p>
<p><strong>Nuevo equilibrio de poder</strong><br />
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Si en un mundo multipolar más de la mitad de sus ingresos y utilidades van a ser generados más allá de sus fronteras, es obvio que las multinacionales tienen que pensar en los mercados de crecimiento en términos de potencial de largo plazo. Y sin embargo, todavía la tendencia que se advierte es que piensan en términos de aporte comercial pasado o actual. La alta gerencia sigue concentrada en la casa matriz, donde no está la comprensión intuitiva de esos nuevos mercados. <br />
Para superar esta tendencia, las empresas deben estudiar cuidadosamente dónde están las áreas de crecimiento potencial y recalibrar el equilibrio organizacional de poder.</p>
<p><strong>Descentralizar la toma de decisiones</strong><br />
Las decisiones, los procesos y los mecanismos de control que dan vida a la estructura también hay que trasladarlos. Par amuchas multinacionales, la matriz es un modo de vida necesario; las ventajas de una coordinación horizontal entre las unidades negocios y funciones deben reemplazar los silos verticales que tuvieron durante años. Pero la toma de decisiones sigue centralizada. Los derechos de decisión deben ser empujados hacia abajo en la organización y el centro debería ocuparse sólo con las decisiones críticas como estrategia de cartera, asignación de capital y manejo de la marca global. Los líderes deberían establecer una arquitectura de derechos de decisión que refleje los niveles de importancia de cada uno de los grupos involucrados en decisiones complejas.</p>
<p><strong>Un banco global de talento</strong><br />
El tema del talento en empresas globales comienza por arriba. La composición de los directorios y comisiones ejecutivas sigue fuertemente influenciado por el centro de gravedad histórico de la compañía y no representa una diversidad ideal de experiencias. Muchas veces es difícil para la alta gerencia desprenderse de viejos modos de operar y abrir oportunidades a talento nuevo basadas en el mérico y la amplitud de perspectiva y no en la antigüedad.<br />
Las empresas globales deberán crear equipos gerenciales más diversos para que puedan entender las oportunidades y los desafíos del negocio en el mercado actual y el futuro. Las que triunfan desarrollan estrategias amplias de capital humano para adquirir y retener talento en los mercados clave de todo el mundo. Por lo general esos planes están anclados en la estrategia de negocios de la compañía y se enfocan en métodos diferenciados para seleccionar talento según los mercados.</p>
Multinacionales en mundo multipolar
El equilibrio del poder económico se ha trasladado a los mercados emergentes. Este giro significa para las multinacionales que ya no pueden seguir manejándose como lo hacían.