<p>La economía tiene números mayoritariamente favorables desde hace algunos años y probablemente los siga teniendo, por lo menos en el mediano plazo, y esta situación es ambivalente, compleja y crítica a la vez.</p><p>Es ambivalente porque por un lado, nadie discutiría que la situación de hoy es favorable para prácticamente todos los sectores industriales en comparación con el pasado reciente. Después de la sensación asfixiante de la crisis del 2001 y años posteriores, la percepción actual nos ha puesto en un plano completamente diferente. Hay opciones, ha disminuido considerablemente el desempleo, hay actividad, hay demanda y lo que resulta fundamental, hay oportunidades.</p><p>¿Dónde radica la ambivalencia entonces? Pues si bien es cierto que esta perspectiva implica una visión positiva, también implica un serio dolor de cabeza para quienes tienen la responsabilidad de estructurar y mantener las dotaciones de ejecutivos con los mejores recursos disponibles en el mercado. Es complejo encontrar talento disponible, es complicado captarlo y lo que es peor aún, es difícil mantener el talento que se tiene en la organización.</p><p>Sin dudas los números de la economía son algo positivo, pero generan conflictos que hay que resolver.<br />Decimos que la situación es compleja y ciertamente lo es, porque los mecanismos de solución no son solamente ajustes tácticos, sino que implican transformaciones de fundamentos que deben ser considerados en el plano estratégico de la organización.</p><p>El problema de la disponibilidad de talento no se soluciona en la superficie, sino que hay que trabajar en la profundidad de la relación de la gente con la organización y desde allí redefinir paradigmas que nos permitan sustentar una alternativa viable a largo plazo.</p><p>Finalmente, esta situación es crítica porque se ha roto el equilibrio, estamos atravesando una zona inestable, estamos en el medio de la dificultad y, o avanzamos con alguna solución concreta y efectiva, o bien pagaremos los costos de las consecuencias entre todos.</p><p>He escuchado en muchas veces en ámbito empresario a ejecutivos que dicen con tono entre resignado y contrariado que se les ha ido la mejor gente del plantel porque les pagaban más en otras compañías.<br />El tema remunerativo no es menor y nos encontramos en un escenario turbulento donde es difícil encontrar referencias confiables y en el que además, pareciera ser que el que pide obtiene. El costo laboral se ha incrementado en niveles que no guardan necesariamente proporción con los niveles de los precios al mercado, que van a otro ritmo, que si bien no es el señalado por el INDEC, tampoco es el que permitiría un mantenimiento de los niveles de rentabilidad más o menos estables.<br /></p>
<p>Sin embargo, en nuestra opinión, la principal causa en la actualidad de cambio voluntario de empleador, no es paradójicamente la remuneración.</p><p>Las principales razones son:<br />• Reconocimiento y valoración.<br />• Posibilidad de crecimiento y desarrollo.<br />• Calidad en las comunicaciones internas.<br />• Incorporación de valor profesional y personal.<br />• Valores organizacionales tangibles.<br />• Sentido de pertenencia.<br />• Liderazgo y visión.</p><p>En conclusión, la gente ha vuelto a permitirse intentar satisfacer sus expectativas más trascendentes.<br />Hemos escalado la pirámide de Maslow y los factores motivacionales se encuentran más cerca de la cumbre que de la base.</p><p>Pertenencia, reconocimiento y autorrealización, por sobre el sustento básico y la seguridad del puesto.<br />Creo que si revisáramos a conciencia y con honesta autocrítica, a nuestras propias organizaciones, veríamos que hay mucho camino por recorrer en el campo de los factores higiénicos, citando a Herzberg.<br />Recién después, podríamos aspirar a recorrer el verdadero camino de lo motivacional.</p><p>Aquí radica, según nuestra perspectiva, el origen del problema. El contexto ha puesto de manera brutalmente manifiesta, el estado de los factores básicos de la relación entre la empresa y su gente.</p><p>Además, como signo de los tiempos que corren, la gente se atreve a buscar su realización con mayor convicción.<br />El poeta latino Horacio, enunciaba en las vísperas de la era cristiana: "Si el vaso no está limpio, lo que en él derrames, se corrompe".<br />"Limpiar" la organización antes que derramar acciones de retención.</p><p>Si vemos los factores que, desde la visión empírica de nuestra práctica profesional, detallamos previamente como factores que derivan en la pérdida del talento de la organización, vamos a redescubrir elementos obvios.<br />Estos, si bien son conocidos universalmente, presentan un desarrollo apenas embrionario en muchas organizaciones, y en otras ni siquiera ha sido fecundado el concepto aún.<br />• Liderazgo, Comunicación, Integración y Valores.</p><p>Todos hablamos de ellos, todos hacemos grandes alardes en pos de posicionarnos efectivamente en la posesión de estas virtudes, pero pocos resistirían un análisis medianamente profundo que verifique su existencia concreta en la organización.</p><p>Las expectativas de la gente hoy apuntan a encontrar:<br />• Liderazgo comprometido, honesto y efectivo.<br />• Comunicaciones fluidas, sinceras y abiertas.<br />• Integración de verdaderos equipos de alto rendimiento.<br />• Valores sólidos, consistentes y coherentes con las acciones.<br />• Visión inspiradora de largo plazo.</p><p>Éste es el camino de la captación y mantenimiento del talento, porque esto es a lo que genuina y atrevidamente aspira el talento para brindarse.</p><p>No es momento de trabajar sobre nuestros recursos talentosos para que se queden con nosotros, es el momento de trabajar profundamente y con inusual énfasis y dedicación sobre nosotros mismos para que cada colaborador ratifique y reafirme su contrato íntimo con nosotros y cada día vuelva a elegirnos en el libre ejercicio de su voluntad.</p><p> </p>
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Como el ideograma chino que representa el concepto crisis, la oportunidad que subyace en toda crisis, radica en el cambio. Sin cambios, las crisis derivan inevitablemente en un incremento de la amenaza.<br />
Finalmente me permito refrescar una frase de Confucio, filósofo chino que con sabia simplicidad sentenció hace más de 2500 años: "No son las malas hierbas las que ahogan la buena semilla, sino la negligencia del campesino". </p>
<p>Roly Boussy<br />
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