<p>Una compañía estadounidense de telecomunicaciones (AT&T), por ejemplo, ofrece una amplia gama de paquetes al usuario, con 377 millones de combinaciones posibles. Por supuesto, la mayoría de ellas no es requerida.</p>
<p>Algunos optimistas, por lo menos hasta diciembre, creían que –en el futuro- se produciría para “mercados individuales” vía Internet. Otra forma de aludir al fenómeno es “la larga cola”. Significa que, cuando una firma vende muchos rubros y se los grafica a lo largo de un eje, los más solicitados aparecen en la parte gruesa de esa cola.</p>
<p>En verdad, el e-commerce disco gran impulso a esa figura, especialmente a su extremo delgado. Si, en el universo tangible, todo nuevo producto compite por lugar en una góndola limitada y precisa llamar rápido la atención, en el ciberespacio eso no es necesario. Por ende, resulta mucho más fácil alcanzar segmentos menores de demanda, sin que un supermercado físico les retacee estantes.</p>
<p>Obviamente, la idea de que sea buena estrategia para las empresas desplegar una cola física larga no parece tener sentido económico. Pero, dado que el costo de un negocio virtual (iTunes, verbigracia) es casi cero, la firma puede mantener en existencia una lista infinita de temas “pop”. Claro, una automotriz no puede hacer lo mismo por sus costos de inventario.</p>
<p>En otras palabras, hay colas y colas. No obstante, algunos investigadores de marketing, en Estados Unidos y Gran Bretaña, señalan que las compañías menos complejas crecían –a mediados de 2008- 80 a 100% más rápido que el resto. Por tanto, la gran ventaja de los recursos informáticos y la Red no consiste en fomentar la proliferación de bienes y servicios, sino en simplificar procesos. <br />
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Marketing: ¿góndolas físicas chicas o virtuales ilimitadas?
La tasa de rotación para bienes, especialmente durables, ha venido acelerándose en los últimos años. Pese a que la recesión actual frene la tendencia, no revertirá mucho tiempo el vuelco al comercio electrónico en las economías centrales.