Marketing de baja tecnología

spot_img

Las técnicas del llamado marketing de guerrilla ofrecen armas sencillas y accesibles para salir airosos de los combates de una actividad tan competitiva como ingeniosa.

En una escena de la primera película de la saga de Indiana Jones el héroe se enfrenta con el villano de lujosas y elegantes espadas y, con la más absoluta sencillez, suspira y lo mata de un tiro.

Aunque violento, el mensaje no deja lugar a dudas: lo simple es lo mejor.

Muchos bancos enfrentan hoy versiones corporativas de ese hombre de las espadas cuando tienen frente a sí a competidores que los superan en tecnología e inversión.

En el agitado mundo de la banca, las técnicas más bajas y simples, conocidas como marketing de guerrilla, pueden parecer hasta innecesarias.

Después de todo, con una gestión comprometida con tácticas orientadas al efectivo y basadas en sofisticados libros de texto, ¿por qué recurrir a los métodos prosaicos que utilizan las empresas principiantes? Respuesta: porque sus competidores lo están haciendo.

Fue el especialista Jay Conrad Levinson quien acuñó la expresión marketing de guerrilla cuando en su libro homónimo de 1984 lanzó la que se convertiría en la táctica de marketing más exitosa de la historia.

¿Por qué? Porque aunque su nombre evoque imágenes que a la mayoría de nosotros no nos gustan, el marketing de guerrilla está íntimamente vinculado con el desarrollo de las relaciones, el servicio personalizado al cliente y la construcción de relaciones leales capaces de capear el temporal desatado por los nuevos lanzamientos de productos, las fusiones y hasta las guerras de precios.

Entonces, por unos minutos, deje de lado su gigantesca base de datos y su gráfico de torta a cuatro colores y analice los métodos de la guerrilla, de baja tecnología pero efecto mortal.

En una escena de la primera película de la saga de Indiana Jones el héroe se enfrenta con el villano de lujosas y elegantes espadas y, con la más absoluta sencillez, suspira y lo mata de un tiro.

Aunque violento, el mensaje no deja lugar a dudas: lo simple es lo mejor.

Muchos bancos enfrentan hoy versiones corporativas de ese hombre de las espadas cuando tienen frente a sí a competidores que los superan en tecnología e inversión.

En el agitado mundo de la banca, las técnicas más bajas y simples, conocidas como marketing de guerrilla, pueden parecer hasta innecesarias.

Después de todo, con una gestión comprometida con tácticas orientadas al efectivo y basadas en sofisticados libros de texto, ¿por qué recurrir a los métodos prosaicos que utilizan las empresas principiantes? Respuesta: porque sus competidores lo están haciendo.

Fue el especialista Jay Conrad Levinson quien acuñó la expresión marketing de guerrilla cuando en su libro homónimo de 1984 lanzó la que se convertiría en la táctica de marketing más exitosa de la historia.

¿Por qué? Porque aunque su nombre evoque imágenes que a la mayoría de nosotros no nos gustan, el marketing de guerrilla está íntimamente vinculado con el desarrollo de las relaciones, el servicio personalizado al cliente y la construcción de relaciones leales capaces de capear el temporal desatado por los nuevos lanzamientos de productos, las fusiones y hasta las guerras de precios.

Entonces, por unos minutos, deje de lado su gigantesca base de datos y su gráfico de torta a cuatro colores y analice los métodos de la guerrilla, de baja tecnología pero efecto mortal.

Compartir:

spot_img
spot_img
spot_img

Noticias

CONTENIDO RELACIONADO