¿Los suplementos dietarios son una trampa?

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La gente preocupada por bajar de peso se entusiasma con ellos porque dan resultados visibles. La mayoría, sin embargo, contienen efedrina, un producto que la FDA ha prohibido en medicamentos, no en suplementos dietarios.

La profesión médica en Estados Unidos lleva años de sufrir con la poderosa industria del seguro (llueven juicios por mala praxis) y con graves reducciones en medicina prepaga. Esos dos problemas atacaron ferozmente el bolsillo de los profesionales. Ésa es una de las razones que citan los observadores de la industria para explicar el vuelco masivo hacia la especialidad del control de peso.

Dentro de la especialidad, los profesionales que incorporan complementos (vitaminas) y suplementos (licuados que reemplazan comidas) son los que hasta ahora exhiben los mayores resultados medidos en pérdida de peso. De ahí el crecimiento vertiginoso de su popularidad y el crecimiento también vertiginoso de sus cuentas bancarias.

¿Por qué? Porque en muchos casos médicos y firmas productoras y distribuidoras de los productos en cuestión firman acuerdos recíprocos. Hasta aquí no habría ningún problema si no fuera porque la Food and Drug Administration ha cuestionado la seguridad de uno de los elementos presentes en los este tipo de productos: la efedrina. De hecho, ha prohibido que esté presente en cualquier medicamento. Pero los suplementos no entran en la categoría medicinas.

Efedrina combinada con cafeína, en determinadas proporciones, ha llegado a provocar la muerte de una serie de personas. Uno de los casos más recientes fue el del joven de 23 años, Steve Becher, integrante de liga juvenil de baseball, quien en febrero se desplomó sin vida mientras entrenaba con su equipo.

Las autoridades que velan por la seguridad de la población se topan con una alianza de hierro entre médicos y compañías que comercializan esos productos (bajo varios nombres y diferentes grados de combinaciones químicas). A veces son los mismos médicos quienes promocionan los productos y permiten a las empresas comercializadoras que utilicen sus nombres como aval científico para sus esfuerzos lobistas.

Como contra-argumento para quienes los atacan, los médicos dicen dos cosas: que los productos no son dañinos porque lo que implica riesgo es la combinación efedrina-cafeína y esa combinación es prácticamente nula en un suplementos; y que su realidad financiera los ha empujado a abrazar esa nueva actividad en un país donde una enorme cantidad de personas está dispuesta a gastar dinero para bajar kilos.

La profesión médica en Estados Unidos lleva años de sufrir con la poderosa industria del seguro (llueven juicios por mala praxis) y con graves reducciones en medicina prepaga. Esos dos problemas atacaron ferozmente el bolsillo de los profesionales. Ésa es una de las razones que citan los observadores de la industria para explicar el vuelco masivo hacia la especialidad del control de peso.

Dentro de la especialidad, los profesionales que incorporan complementos (vitaminas) y suplementos (licuados que reemplazan comidas) son los que hasta ahora exhiben los mayores resultados medidos en pérdida de peso. De ahí el crecimiento vertiginoso de su popularidad y el crecimiento también vertiginoso de sus cuentas bancarias.

¿Por qué? Porque en muchos casos médicos y firmas productoras y distribuidoras de los productos en cuestión firman acuerdos recíprocos. Hasta aquí no habría ningún problema si no fuera porque la Food and Drug Administration ha cuestionado la seguridad de uno de los elementos presentes en los este tipo de productos: la efedrina. De hecho, ha prohibido que esté presente en cualquier medicamento. Pero los suplementos no entran en la categoría medicinas.

Efedrina combinada con cafeína, en determinadas proporciones, ha llegado a provocar la muerte de una serie de personas. Uno de los casos más recientes fue el del joven de 23 años, Steve Becher, integrante de liga juvenil de baseball, quien en febrero se desplomó sin vida mientras entrenaba con su equipo.

Las autoridades que velan por la seguridad de la población se topan con una alianza de hierro entre médicos y compañías que comercializan esos productos (bajo varios nombres y diferentes grados de combinaciones químicas). A veces son los mismos médicos quienes promocionan los productos y permiten a las empresas comercializadoras que utilicen sus nombres como aval científico para sus esfuerzos lobistas.

Como contra-argumento para quienes los atacan, los médicos dicen dos cosas: que los productos no son dañinos porque lo que implica riesgo es la combinación efedrina-cafeína y esa combinación es prácticamente nula en un suplementos; y que su realidad financiera los ha empujado a abrazar esa nueva actividad en un país donde una enorme cantidad de personas está dispuesta a gastar dinero para bajar kilos.

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