Los miembros de varias generaciones de la millonaria familia Sacker han sido mencionados por muchos como los “Medici del Siglo XX”, tal ha sido su constante generosidad con las artes, las ciencias y la educación. Su nombre figura en museos, universidades y hospitales. Pero la familia supo siempre evitar que se indagara sobre el origen de su fortuna: Purdue Pharma, la empresa privada que creó la droga OxyContin, un análgésico que ha sido éxito de ventas durante larguísimos años. Con una campaña de marketing muy inteligente, la compañía logró convencer a los médicos de que los poderosos opiáceos no eran adictivos.
Los Sackler ganaron miles de millones de dólares con OxyContin, pero también dieron origen a toda una generación de norteamericanos — más de dos millones de personas que son adictos al opio. Fueron ellos los originadores de la actual crisis de opiáceos.
Quiénes son y qué hacen
El Metropolitan Museum of Art en Nueva York tiene un ala que lleva el nombre de Sackler, una de las grandes dinastías filantrópicas de Estados Unidos. Los hermanos Arthur, Mortimer y Raymond, todos médicos, hicieron generosas donaciones durante su vida a innumerables instituciones, muchas de las cuales llevan hoy el nombre de la familia: la Sackler Gallery en Washington; el Museo Sackler en Harvard; el Centro Sackler para el estudio de las artes, en el Guggenheim; el ala Sackler en el Louvre y docenas de otras universidades. Tanta ha sido su generosidad que Thomas Lawton, especialista en arte, llegó a comparar a Arthur con un “moderno Medici”. Arthur murió en 1987 aconsejando a sus hijos que dejen al mundo mejor de lo que lo encontraron.
Mortimer murió en 2010 y Raymond a principios de 2017. Los tres, dejaron a sus herederos unas tradición de benevolencia y una inmensa fortuna para hacerla realidad. Elizabeth, la hija de Arthur, es miembro del directorio del Brookling Museum. Los hijos de Raymond, Richard y Jonathan, crearon un profesorado en el Yale Cancer Center.
Hoy los Sackler son una de las familias más ricas de Estados Unidos, con un valor neto colectivo de 13.000 millones de dólares, más que los Rockefeller. El grueso de esa fortuna fue acumulado en las últimas décadas, pero el origen de la riqueza es desconocido para muchos. A los Sackler se los entrevista a menudo para hablar sobre su generosidad pero casi nunca hablan en público sobre la empresa familiar.
Esa empresa se llama Purdue Pharma y fue la que desarrolló OxyContin, un analgésico que se vende con receta médica. Cuando salió, en el año 1995, fue presentado como un increíble avance médico, un narcótico de largo efecto que podía ayudar a los pacientes con dolores de moderados a agudos. La droga se convirtió en un éxito y generó, según algunos cálculos, US$ 35.000 millones en ingresos para la compañía.
El problema con OxyContin es que su único ingrediente activo es la oxycodona, un químico primo de la heroína que es dos veces más poderoso que la morfina. Antes, los médicos se resistían a recetar opiáceos fuertes porque se sabe que las drogas sintéticas derivadas del opio — excepto como paliativo para dolores agudos provocados por el cáncer – tienen fuertes propiedades adictivas. “Pocas drogas son tan peligrosas como los opiáceos” dice un ex miembro de la Food and Drug Administration.
Purdue lanzó al mercado OxyContin con una campaña de marketing que intentaba contrarrestar esa sensación y cambiar los hábitos de los médicos. La compañía financió investigaciones y pagó a médicos para que dijeran que las preocupaciones sobre adicción al opio eran exageradas. Así, millones de pacientes pudieron comprobar que la droga era vital para aliviarlos de dolores graves. Pero muchos otros se acostumbraron tanto que, entre una dosis y otra, sufrían problemas de abstinencia.
Desde 1999, 200.000 norteamericanos murieron de sobredosis relacionadas con OxyContin y otros productos similares. Muchos adictos, al comprobar que los analgésicos eran muy caros o difíciles de obtener, recurrieron a la heroína. Según la American Society of Addiction, cuatro de cada cinco personas que prueban hoy heroína comenzaron con analgésicos recetados.
Aunque el nombre Sackler se encuentra en numerosos edificios, la página web de Purdue casi no menciona a la familia y la lista de los miembros de su directorio no inclucye a ocho miembros de la familia que, desde hace tres generaciones, integraron la comisión.
En palabras de Allen Frances, ex jefa de psiquiatría de la Duke University School of Medicine, “el apellido se ha impuesto como el epítome de las buenas obras y de los frutos del sistema capitalista. Pero en definitiva, han hecho su fortuna a expensas de millones de personas que se volvieron adictas. Es un escándalo que la hayan sacado tan barata”.