En un convenio suscripto hace pocos días, la compañía obtuvo una licencia por cinco años como embotellador y distribuidor exclusivo de la marca. Por ahora, en la zona controlada por EE.UU. No se han dado cifras, pero medios londinenses hablan de “miles de millones”.
“El mercado es promisorio y podría figurar entre los más dinámicos fuera de Occidente”, sostiene Dyasim. “El país es en extremo cálido y seco, pero los iraquíes no beben jugos de frutas, pues prefieren gaseosas”. BSF empezó a colocar Pepsi cuando la firma norteamericana se marchó durante la primera guerra, en 1990.
Desde entonces, Dyasim ha estado envasando y distribuyendo gaseosas formalmente sin marca, pero en botellas de Pepsi importadas de Turquía, Irán y otros países levantinos. Debido al embargo y las restricciones impuestas por las Naciones Unidas, BSF obtenía concentrados en Europa central u oriental y comercializaba bebidas técnicamente ilegales.
“Por supuesto, a PepsiCo la irritaba pero ¿qué podía hacer? No podía despedir a la gente en tanto durasen las sanciones”, explica el empresario. “Tratamos varias veces de entrar en contacto con ellos, pero replicaban –vía intermediarios- que no podían tratar con nosotros”.
La planta estuvo cerrada varias semanas tras la invasión de 2003, pero las actividades se reanudaron a mediados de mayo. Baghdad Soft Drinks está en manos de 30.000 accionistas privados.
En un convenio suscripto hace pocos días, la compañía obtuvo una licencia por cinco años como embotellador y distribuidor exclusivo de la marca. Por ahora, en la zona controlada por EE.UU. No se han dado cifras, pero medios londinenses hablan de “miles de millones”.
“El mercado es promisorio y podría figurar entre los más dinámicos fuera de Occidente”, sostiene Dyasim. “El país es en extremo cálido y seco, pero los iraquíes no beben jugos de frutas, pues prefieren gaseosas”. BSF empezó a colocar Pepsi cuando la firma norteamericana se marchó durante la primera guerra, en 1990.
Desde entonces, Dyasim ha estado envasando y distribuyendo gaseosas formalmente sin marca, pero en botellas de Pepsi importadas de Turquía, Irán y otros países levantinos. Debido al embargo y las restricciones impuestas por las Naciones Unidas, BSF obtenía concentrados en Europa central u oriental y comercializaba bebidas técnicamente ilegales.
“Por supuesto, a PepsiCo la irritaba pero ¿qué podía hacer? No podía despedir a la gente en tanto durasen las sanciones”, explica el empresario. “Tratamos varias veces de entrar en contacto con ellos, pero replicaban –vía intermediarios- que no podían tratar con nosotros”.
La planta estuvo cerrada varias semanas tras la invasión de 2003, pero las actividades se reanudaron a mediados de mayo. Baghdad Soft Drinks está en manos de 30.000 accionistas privados.