<p>Durante muchos años las películas de Hollywood se empeñaron en reducir el trabajo de oficina a la vida en cubículos. Allí demostraban, en paredes grises y cubículos reducidos, la metáfora de una vida aplastante, de una rutina amarga. Tal vez por eso empiezan a existir, en Estados Unidos, experimentos para cambiar esto. En la oficina de la fundación de Bill y Melinda Gates en Seattle, por ejemplo, impera el concepto de oficina abierta. Allí no hay cubículos ni despachos gerenciales, sólo espacios abiertos donde los empleados interactúan constantemente.</p> <p>El edificio fue diseñado por el estudio arquitectónico NBBJ que se caracteriza por la construcción de espacios de este tipo en todo el mundo. Para ellos el lugar de trabajo tiene que repensarse para adaptarse a las necesidades del siglo 21.</p> <p>Los conceptos más importantes son diametralmente diferentes a los de la oficina común. Para ellos el ruido –las conversaciones y la conmoción- son buenos; las oficinas privadas son una expresión de jerarquía y, por lo tanto, de poco valor; tener menos espacio por trabajador es inevitable en las ciudades y, además de ahorrar costos, mejora el ambiente laboral; la luz natural es indispensable y la movilidad, esencial.</p> <p>Aunque estas oficinas resaltan por su adaptación total al concepto de plano abierto, no son las únicas en Estados Unidos. NBBJ estima que dos tercios de los espacios laborales hoy están configurados en algún porcentaje inspirados en este concepto. Seattle ofrece condiciones únicas para experimentar al 100%: hay dinero para financiar proyectos, la fuerza laboral es joven y abierta a la innovación y la cultura de la ciudad es informal. Las personas que trabajan en esa ciudad están dispuestas a trabajar más horas si son respetadas pero no si sienten que son un número en una línea de ensamblaje. El concepto de oficinas abiertas se adapta a su estilo de vida.</p> <p>Pero ante la preocupación de muchos por la ausencia de espacios privados, los arquitectos de NBBJ explican que las personas se adaptan con facilidad a esta nueva configuración y que los espacios abiertos potencian su naturaleza social. Si una persona quiere encontrar refugio puede hacerlo y, mediante su lenguaje corporal, comunicar que necesita momentos de silencio y aislamiento. Escuchar música con auriculares puede, en todo caso, ser un ejemplo.</p> <p>Aunque estos espacios son menos costosos para las compañías, los beneficios son múltiples y pueden ofrecer nuevos desafíos para el departamento de Recursos Humanos. Los empleados están más contentos en un ambiente informal y relajado, donde hay mucha luz y actividad constante. Eso los ayuda a sentirse una parte activa de la organización.</p> <p> </p> <p> </p>
<p>Es que en estas organizaciones el espacio no está delimitado. La mayoría no tiene asignado un escritorio sino que se sienta en lugares diferentes cada a día. La buena vista y la proximidad a su equipo de trabajo son la clave a la hora de elegir un lugar para comenzar el día. Lo más importante es que eliminando oficinas y cubículos se borra también una línea jerárquica que potencia las habilidades de los ejecutivos de nivel medio y ayuda a los jefes a relacionarse más naturalmente con sus subordinados.</p>
<p>Hay, sin embargo, quienes critican las oficinas abiertas. Algunos expertos dicen que los introvertidos sufren y que los seres humanos están diseñados para reclamar un espacio como propio. El cubículo, la oficina, son la casa lejos de casa y la manía por personalizarlos dice mucho sobre su importancia emocional.</p>
<p>Las oficinas de la Fundación Gates resuelven este problema ofreciendo un porcentaje de espacios cerrados donde los empleados pueden refugiarse. Hay opciones para todos en este complejo que costó US$ 350 millones. La reacción de los empleados habla por si sola: en una encuesta de NBBJ el 86% dijo que calificaban el proyecto como “excelente” o “bueno”. </p>