Si nos encontramos entre los que nos complicamos para elegir el nombre de una marca, no estamos solos. Con cada día que pasa, hay nuevas complejidades en juego. Por un lado, tenemos la búsqueda del nombre de dominio perfecto que sea fácil de recordar y encontrar. Y con tantas diferentes opciones de dominio disponibles, hay que elegir la que mejor refleje nuestra empresa. También hay que prestar atención a las marcas registradas, derechos de autor y otras consideraciones logísticas. Por ejemplo, la creación de futuras redes sociales. Por lo pronto, si bien no hay recetas mágicas para crear buenos nombres, si hay algunas cosas que se pueden evitar.
Ignorar el mercado internacional
Internet hace que sea posible para las empresas lleguen a los clientes en todo el mundo. A medida que evoluciona una marca, es posible que se desee llegar al público en los mercados fuera de aquellos con los que estamos familiarizados. Y cuando estas oportunidades se presentan, lo último que se desea es un nombre comercial que nos detenga. Esto es importante desde la pronunciación hasta el significado de la palabra en diferentes lugares del mundo. Una visión cosmopolita desde el inicio puede ahorrar muchos dolores de cabeza en el futuro.
Caer en la tentación de nombres difíciles
En el día de hoy y la era de internet en la que tan pocos dominios están disponibles en el mercado, puede ser tentador para elegir una iteración única o creativa de una palabra popular. Pero si estamos tomando esta ruta, hay que asegurarse de pasar tiempo probando cómo las personas responden a su nombre. Un nombre con una forma extraña y exótica puede parecer que soluciona problemas pero también trae consigo muchos nuevos si las personas no lo pueden pronunciar o siquiera escribir. Si tenemos un nombre en mente que está usado, pensar dos veces si vale la pena agregar una deformación extraña de la palabra sólo por no cambiar de idea.
Demasiada ambigüedad
Por un lado, no conviene elegir un nombre demasiado estrecho que no se adapte a la constante evolución de la empresa. Un nombre tiene que ser lo suficientemente amplío como para dar fe de los cambios en la empresa como por ejemplo un proceso de diversificación. Pero por el otro lado, elegir un nombre demasiado vago que no dice nada sobre las intenciones o visión de la empresa no es una estrategia recomendable. Una empresa que recién emerge en el mercado no tiene la espalda para llamarse “Apple”, algo demasiado genérico, y decirle algo a los nuevos clientes que busca.