Tom Hansson y Jürgen Ringbeckes , ambos directivos de Booz Allen Hamilton,
afirman que el modelo de negocios de cualquier empresa tradicional se ha vuelto
tan complejo que difícilmente genera ganancias. Las aerolíneas son
uno de los ejemplos más claros para ilustrar esta hipótesis, pues
se encuentran atadas a una infraestructura física monumental, con inmensas
y complicadas flotas de aviones y empleados sindicalizados en diversos países.
Las grandes aerolíneas dan pérdida (como lo demuestra el actual
pedido de convocatoria de United Airlines), mientras que las baratas (como Southwest
Airlines y Jet Blue) prosperan aprovechando la enorme ventaja del costo de sus
operaciones. Según el análisis realizado por los dos expertos
de Booz Allen Hamilton, las aerolíneas baratas gastan entre 7 y 8 centavos
por milla / asiento mientras que las grandes, 15 o más.
Cuando la economía entró en crisis las empresas redujeron notablemente
el número de viajes de negocios y, como parte de su estrategia de austeridad,
dejaron de aceptar los altos precios de los pasajes en clase ejecutiva.
El nuevo modelo
Ahora las grandes aerolíneas deben reducir entre 25 y 30% sus costos
operativos. Para eso tendrán que comenzar por simplificar sus procesos
y operaciones. Simplificar, por ejemplo, los trámites en tierra separando
desde el arranque las dos grandes clases de viajeros: los turistas y los de
negocios.
Pero, al hacerlo, deberán tener cuidado de no perder la lealtad de sus
más rentables clientes dándoles siempre servicios especialmente
diferenciados, como salas de espera con todo tipo de comodidades y servicios
más diferenciados que los actuales. Deberán ofrecer — en tierra
y en viaje – servicios diferenciados para el ocio (turistas) y el negocio (empresarios).
El objetivo sería doble: brindar servicios más especializados
y lograr corrientes puras de negocios.
Los que viajan por turismo, si bien no son tan rentables como los viajeros de
negocios, también son importantes, sobre todo por su número. Por
ende, las grandes aerolíneas deberán intentar retener las ventajas
de aquellos servicios que las diferencian de las demás, como por ejemplo,
gran variedad de destinos, programas de lealtad de primerísima calidad
y todo tipo de entretenimientos durante el viaje.
Tom Hansson y Jürgen Ringbeckes , ambos directivos de Booz Allen Hamilton,
afirman que el modelo de negocios de cualquier empresa tradicional se ha vuelto
tan complejo que difícilmente genera ganancias. Las aerolíneas son
uno de los ejemplos más claros para ilustrar esta hipótesis, pues
se encuentran atadas a una infraestructura física monumental, con inmensas
y complicadas flotas de aviones y empleados sindicalizados en diversos países.
Las grandes aerolíneas dan pérdida (como lo demuestra el actual
pedido de convocatoria de United Airlines), mientras que las baratas (como Southwest
Airlines y Jet Blue) prosperan aprovechando la enorme ventaja del costo de sus
operaciones. Según el análisis realizado por los dos expertos
de Booz Allen Hamilton, las aerolíneas baratas gastan entre 7 y 8 centavos
por milla / asiento mientras que las grandes, 15 o más.
Cuando la economía entró en crisis las empresas redujeron notablemente
el número de viajes de negocios y, como parte de su estrategia de austeridad,
dejaron de aceptar los altos precios de los pasajes en clase ejecutiva.
El nuevo modelo
Ahora las grandes aerolíneas deben reducir entre 25 y 30% sus costos
operativos. Para eso tendrán que comenzar por simplificar sus procesos
y operaciones. Simplificar, por ejemplo, los trámites en tierra separando
desde el arranque las dos grandes clases de viajeros: los turistas y los de
negocios.
Pero, al hacerlo, deberán tener cuidado de no perder la lealtad de sus
más rentables clientes dándoles siempre servicios especialmente
diferenciados, como salas de espera con todo tipo de comodidades y servicios
más diferenciados que los actuales. Deberán ofrecer — en tierra
y en viaje – servicios diferenciados para el ocio (turistas) y el negocio (empresarios).
El objetivo sería doble: brindar servicios más especializados
y lograr corrientes puras de negocios.
Los que viajan por turismo, si bien no son tan rentables como los viajeros de
negocios, también son importantes, sobre todo por su número. Por
ende, las grandes aerolíneas deberán intentar retener las ventajas
de aquellos servicios que las diferencian de las demás, como por ejemplo,
gran variedad de destinos, programas de lealtad de primerísima calidad
y todo tipo de entretenimientos durante el viaje.