En ese análisis en particular, relacionado con los enemigos de la productividad, distintos expertos hablan de sus herramientas preferidas para combatir la procastinación (este verbo, que nos llega del latín a través del inglés, describe la acción de postergar para más adelante las tareas que tenemos para realizar).
Carl Cederström, por ejemplo, recomienda utilizar un elemento de muy baja tecnología: el timer de cocina, en lo que se llama la “técnica del tomate”.
Es un sistema desarrollado en los 80 por Francesco Cirillo y que toma su nombre por el timer de cocina con forma de tomate que Cirillo usaba para que lo ayudara a estudiar. La idea es poner el timer para que suene a los 25 minutos y concentrarse en una tarea, luego cinco minutos de descanso, para después otro periodo de trabajo.
Según él, es un método muy útil para las actuales oficinas de plano abierto, diseñadas para que los empleados se relacionen y conversen, pero ofrecen muchísimas distracciones.
Mencionadas entre las tecnologías que sí ayudan a poner orden en las diversas tareas que forman parte del trabajo se mencionaron éstas:
Scrivener, una app de procesamiento de textos que ayuda a escribir, a usar el calendario y la agenda personal.
Braintoss, una herramienta para captar información: toma una foto o registra un memo de voz, que luego la app envía directamente al correo del usuario.
Google Keep, un servicio para tomar notas que tiene una interfaz muy fácil de usar que se sincroniza con todos los dispositivos y copia directamente del correo o de Google Docs.
Otras herramientas mencionadas para hacer un mejor uso del tiempo de trabajo no son tecnológicas: reuniones más breves, dejar que los emails esperen y hacer tiempo para ejercicios físicos.