Por Santiago Echazú (*)
Si bien se observan cambios en diversas industrias, como es el caso de empresas de logística, agro o salud, no se trata de creer que vamos a conocer una nueva forma de curar seres humanos con un código de software, sino que el desafío está puesto en, por ejemplo, intervenir en los patrones de comportamiento del cuerpo y de esa forma lograr diagnósticos mucho más eficientes. Esto refleja que la tecnología optimiza y hace más accesible el conocimiento.
La transformación digital es un proceso evolutivo de supervivencia que se sostiene sobre la base de la creatividad para hacer más eficiente la vida de las personas. Aquellas empresas que no se adapten corren riesgos de desaparecer. Tal fue el caso de Kodak que no supo adaptarse a la digitalización de las imágenes o del gigante que alquilaba VHS, Blockbuster.
Los negocios son como un organismo vivo y funcionan como cualquier ecosistema: el organismo vivo – negocio – que no se adapta a su entorno, no sobrevivirá. Si bien la revolución digital que arrancó en el año 2000, ya pasó, esta sigue vigente y de forma exponencial e infinita.
Para que esto ocurra, lo primero que tiene que cambiar en una empresa al entrar en el proceso de transformación digital, es su cultura. Debe entenderse que el conocimiento necesario para este proceso tiene que ver mucho con la experimentación, con la prueba y el error.
Es sacar del escenario el fracaso, porque uno en ese andar va aprendiendo. Hoy explorar y experimentar es algo que está bien visto en una compañía, y ese proceso implica innovación. La única fórmula es recolectar evidencia, aprender y salir interactuando.
Las startups, entendidas como proyectos de empresas que tienden a resolver una necesidad horizontal del mercado desde cero, se basan en el fundamento de la prueba y el error. En su cultura todo es creación más que reconstrucción. De hecho, a ella recurren muchas compañías para que las acompañen en su proceso de innovación tecnológica.
Frente a este escenario, las empresas tradicionales tienen que animarse a digitalizar sus procesos, o pensar en ideas disruptivas para hacer sus productos. Muchas veces la necesidad de muchos puede derivar en un modelo de negocio basado en un nuevo producto. Cuando las empresas no lo logran por sí mismas, hay plataformas o startups que facilitan la identificación de esas necesidades de un grupo representativo de personas y lo transforman en un modelo de negocio. Así surge el concepto de algoritmo, que permite interactuar con productos, servicios o temas que son de interés. En definitiva, hoy vale mucho más un algoritmo que elija, por ejemplo, el mejor seguro, aéreo, o préstamo que la aseguradora, línea aérea o banco. El negocio está en acercar usuarios a las plataformas de seguros, y así un sinfín de ejemplos.
La computadora como extensión del cerebro
Hace años, el filósofo, profesor y teórico canadiense Marshall McLuhan influyó en la cultura contemporánea por sus estudios sobre la naturaleza y efectos de los medios de comunicación en los procesos sociales.
Su acuñada frase “El medio es el mensaje”, significa que la forma de un medio se inserta en cualquier mensaje que transmita o transporte, creando una relación simbiótica en la que el medio influye en cómo se percibe el mensaje. De esta forma sostuvo que la rueda es una ampliación del pie, el idioma es una ampliación del oído y el libro es una ampliación del ojo, entre otros ejemplos.
De igual forma, la computadora es la extensión de mi cerebro. Mi memoria para agendar cumpleaños se borró desde que apareció Facebook y se reemplazó con otras cosas que para mí son más relevantes. Gracias a las computadoras, podemos decir que queda más lugar para el aprendizaje y para la evolución: si no estás usando tu memoria en cosas como números de teléfono, fechas de cumpleaños y agendas diarias, queda espacio para cosas más relevantes.
Hay empresas que saben acompañar ese cambio, que llevan en su ADN ese proceso de trabajo ágil. Somos la generación que está llevando adelante la transformación digital, pero por necesidad no por estrategias. Hay que saber acompañar con talento y técnica a las grandes compañías o emprendedores.
Es por eso que es valorado en los proyectos no saber cuál será el resultado final. El riesgo está en construir en vivo, las empresas que acompañan esos cambios deben tener un buen manejo de la incertidumbre. Hay que entender cuál es el problema y trabajar sobre la solución.
(*) Founder de Paisanos