Como en la biología, un mensaje viral comienza su vida infectando a algunos pocos individuos para después reproducirse a través del sistema. Algunos casos son realmente “peligrosos”: terminan contaminando a casi todos.
Pero, ¿cómo sucede? Algunos factores ya se conocían de antes. Por ejemplo, importa la velocidad en la que se transmite la información pero también el grado de conexión que exista entre los individuos del mismo sistema, específicamente cómo ese primer grupo infectado – al que los científicos llaman “semillas”- se relaciona con el resto. Así que, digamos, el problema de las semillas interesa a varios: tanto a científicos curiosos hasta epistemólogos tratando de estudiar cómo se esparce una enfermedad contagiosa hasta, claro, compañías que pretenden usar este know how para vender más productos.
Como encontrar las semillas es muy valioso, el ejército de Estados Unidos se puso a investigar. Encontraron la manera de identificar a un grupo de “semillas” que, cuando están infectadas, pueden contagiar un mensaje a través del resto del sistema.
Otros científicos que han estudiado el fenómeno se habían encontrado con problemas. Por ejemplo: ¿cómo saber que el grupo de “semillas” encontradas es el más pequeño de todos? La gente de la Academia Militar West Point no se enfocaron en eso. Presentaron, en cambio, un método que garantiza encontrar una serie de nodos que activan al resto de la población. El tamaño no es lo que importa y eso resuelve el problema.
Probaron su hipótesis en diferentes sistemas, grandes y pequeños, y funciona. Las empresas elegidas fueron Flickr, FourSquare, Friendster, Last.Fm, Digg, Yelp y YouTube. En Friendster, una red social de 5,6 millones de usuarios, encontraron al grupo de “semillas” en un poco más de tres horas.
Así que si el sistema funciona, no será solo el Estado norteamericano el que se valga de él sino empresas como Amazon o Apple, que tienen millones de usuarios en sus plataformas, y que querrán entender cómo hacer virales sus contenidos.