Las versiones recuerdan que a finales de los ’80 y principios de los ’90
estaba en su apogeo el movimiento por la mejora
de la calidad inspirado por los japoneses. Pero durante la última década,
muchas empresas parece haber invertido la dirección aplicando estrategias
puramente basadas en costo, buscando ganancias de corto plazo con productos de
fabricación barata. Todo ahora parece haberse convertido en una baratija
descartable, desde una plancha hasta una impresora pasando por todo tipo de juguetes.
Aunque se los presenta bajo la pátina de muchas posibilidades y características
nuevas, su durabilidad es cada vez menor.
Esta estrategia, dice Art Kleiner en the Wall Street Journal, encierra serios
peligros. Desde la erosión de marcas bien establecidas hasta el fracaso
financiero de las empresas. El problema, agrega Kleiner, es que invertir ahora
la tendencia no va a resultar fácil. En lugar de tener que competir con
fabricantes japoneses de gran calidad, las empresas en países industrializados
compiten duramente con países de bajos salarios y con la presión
de los grandes minoristas que bajan sus precios. Se ha ido creando un ambiente
en el cual, aun cuando los productores favorezcan la calidad, los consumidores
que parecen preocuparse más por el precio. Y así, muchas firmas
han terminado por pensar que producir productos de calidad inferior es una eficaz
estrategia financiera. Una tentación irresistible que puede poner en peligro
la futura participación en el mercado y las ganancias de la compañía.
¿Bajó la calidad de los productos? Es mucho mejor que hace 30 años,
pero desde 1993 (el año que murió W. Edwards Deming, inspirador
primero de los círculos de calidad japoneses) inició un descenso
paulatino. Esta apreciación está basada en el índice
de satisfacción del cliente en Estados Unidos, que realizó encuestas
junto con la sociedad americana para la calidad.
La caída se explica en parte, dice Kleiner, porque los fabricantes instalan
sus fábricas en países más baratos o compran allí
los insumos que necesitan. China y otros países baratos han demostrado
que uno no tiene que ofrecer calidad ara competir siempre que tenga precios atractivos.
Además, los consumidores toleran la menor calidad y menor durabilidad de
los productos porque les cuesta menos reemplazarlos. Esto genera un círculo
vicioso: los fabricantes advierten la mayor tolerancia dle los consumidores y
continúan por su camino de menor calidad para bajar precios.
Según los vigilantes del consumo, ésa estrategia es buena sólo
para el corto plazo (que pupede ser de algunos años. Pero las emprseas
que ponen a prueba la paciencia de los consumidores lo pagarán caro si
creen que a los consumidores no les importa la calidad. La próxima vez
que compren cambiarán de marca.
Las versiones recuerdan que a finales de los ’80 y principios de los ’90
estaba en su apogeo el movimiento por la mejora
de la calidad inspirado por los japoneses. Pero durante la última década,
muchas empresas parece haber invertido la dirección aplicando estrategias
puramente basadas en costo, buscando ganancias de corto plazo con productos de
fabricación barata. Todo ahora parece haberse convertido en una baratija
descartable, desde una plancha hasta una impresora pasando por todo tipo de juguetes.
Aunque se los presenta bajo la pátina de muchas posibilidades y características
nuevas, su durabilidad es cada vez menor.
Esta estrategia, dice Art Kleiner en the Wall Street Journal, encierra serios
peligros. Desde la erosión de marcas bien establecidas hasta el fracaso
financiero de las empresas. El problema, agrega Kleiner, es que invertir ahora
la tendencia no va a resultar fácil. En lugar de tener que competir con
fabricantes japoneses de gran calidad, las empresas en países industrializados
compiten duramente con países de bajos salarios y con la presión
de los grandes minoristas que bajan sus precios. Se ha ido creando un ambiente
en el cual, aun cuando los productores favorezcan la calidad, los consumidores
que parecen preocuparse más por el precio. Y así, muchas firmas
han terminado por pensar que producir productos de calidad inferior es una eficaz
estrategia financiera. Una tentación irresistible que puede poner en peligro
la futura participación en el mercado y las ganancias de la compañía.
¿Bajó la calidad de los productos? Es mucho mejor que hace 30 años,
pero desde 1993 (el año que murió W. Edwards Deming, inspirador
primero de los círculos de calidad japoneses) inició un descenso
paulatino. Esta apreciación está basada en el índice
de satisfacción del cliente en Estados Unidos, que realizó encuestas
junto con la sociedad americana para la calidad.
La caída se explica en parte, dice Kleiner, porque los fabricantes instalan
sus fábricas en países más baratos o compran allí
los insumos que necesitan. China y otros países baratos han demostrado
que uno no tiene que ofrecer calidad ara competir siempre que tenga precios atractivos.
Además, los consumidores toleran la menor calidad y menor durabilidad de
los productos porque les cuesta menos reemplazarlos. Esto genera un círculo
vicioso: los fabricantes advierten la mayor tolerancia dle los consumidores y
continúan por su camino de menor calidad para bajar precios.
Según los vigilantes del consumo, ésa estrategia es buena sólo
para el corto plazo (que pupede ser de algunos años. Pero las emprseas
que ponen a prueba la paciencia de los consumidores lo pagarán caro si
creen que a los consumidores no les importa la calidad. La próxima vez
que compren cambiarán de marca.