Según el último censo, hay 2,7 millones de musulmanes en Gran Bretaña. Eso significa un mercado con un valor de 20.500 millones de libras esterlinas. ¿Quiénes satisfacen ese mercado? Exclusivamente negocios de musulmanes. Las grandes cadenas se pierden esa cantidad de consumidores.
Este viernes comienza una de los dos festivales anuales de los musulmanes, equivalentes a Navidad y Pascua. En Green Street y Newham Street, al Este de Londres, se encuentran, uno tras otro, cantidad de negocios familiares que rebosan de clientes.
Uno de esos negocios, llamado Doli, vende ropa que las mujeres musulmanas usan para celebrar las festividades. El resto del año, vende ropa y joyas para casamientos o fiestas.
El dueño de otra tienda en ese sector dice que sus clientes gastan regularmente entre 100 y 500 libras esterlinas en un conjunto para celebrar “Eid” o asistir a una boda.
El resto del comercio británico ignora al consumidor musulmán, imposibilitado de ver la oportunidad ante la imagen de esa comunidad que se refleja en los medios luego de los repetidos atentados. Lo cierto es que hasta ahora, las grandes cadenas minoristas no han entrado a este mercado.
No ocurre lo mismo con los supermercados. Las cadenas Asda y Tesco venden más alimentos halal durante el Ramadan y los festivales Eid.
Lo que llama la atención a los especialistas en marketing es que en términos de regalos y ropa se ignore el potencial de semejante mercado. Cero campañas, cero publicidad en el comercio general.
Los pocos minoristas no musulmanes que se han decidido ir tras ese dinero, hablan a las claras de los resultados positivos.