<p>Los <em>hostels techie</em> no tienen nada de especial. Son edificios como cualquier otro, un poco viejos, un poco abandonados por sus inquilinos. Pero tienen una particularidad: allí se hospedan, mayoritariamente, hombres de 20 años que quieren entrar en el negocio de la tecnología impulsando grandes ideas.</p>
<p>Las condiciones de vida en esos reductos – donde pueden llegar a vivir más de 10 personas por habitación- se parecen a las de los inmigrantes de antaño: hacinamiento, poca higiene, amoblamiento barato. Comparten con aquellos inmigrantes la idea de “hacerse la América” pero 2.0: quieren triunfar en Silicon Valley.</p>
<p>Se los llama “<em>hacker hostels</em>”, aunque en este caso “<em>hacker</em>” tiene un sentido positivo: son techies, emprendedores, que buscan vivir en ambientes donde la creatividad y la innovación sean moneda corriente. Desarrolladores del sector inmobiliario advirtieron la oportunidad de crear residencias donde programadores, diseñadores y científicos pueden trabajar, comer y dormir. El precio no es bajo – US$ 40 la noche es casi tan caro como alquilar un departamento- pero se hospedan ahí por la camaradería y las ideas.</p>
<p>No cualquiera puede compartir estos espacios. Para entrar al grupo se toman exámenes rigurosos para averiguar si son la clase de inquilinos tech que pueden aportar algo al grupo. Para estas personas la llegada de un nuevo miembro no es poca cosa: la estimulación intelectual que se obtiene viviendo en estos lugares casi no tiene paralelo; casi como vivir en un campus académico del estilo en el que Zuckerberg pensó por primera vez Facebook.</p>
<p>Esta idea de vivir con gente con el mismo nivel de obsesión por la tecnología no es nueva. Los techies lo vienen haciendo desde los años 60. En Stanford, por ejemplo, el laboratorio de inteligencia artificial tenía un ático donde los científicos podían dormir, desesperados por conseguir un turno para trabajar en la súper computadora de aquellos años. Algo parecido sucedía en MIT.</p>
<p>Empresas como Airbnb contribuyen a extender este concepto en la web. Alquilan habitaciones para “<em>hackers</em>” en San Francisco. En cada una de las casas hay un “capitán” que elige a los postulantes. Una vez confirmados como los nuevos habitantes, se les da una almohada, sábanas y una toalla. Ocasionalmente entra entre las obligaciones del capitán cocinar para todos. A cambio de estos servicios esta persona no paga alquiler.</p>
<p>Los <em>hackers </em>descubren rápidamente que “a los <em>nerds</em> les gusta juntarse con otros <em>nerds</em>”. Las casas hackers están orientadas a personas que quieran crear startups, sitios web o aplicaciones. Allí encuentran compañeros ideales para perfeccionar ideas o practicar discursos ante inversionistas: el otro está experimentando exactamente lo mismo, por lo tanto, puede ayudar con un consejo.</p>
<p>El concepto de casa hacker se volvió tan popular que otras ramas de la ciencia copiaron el modelo. Hay casas “científicas” orientadas, por ejemplo, a la biología, donde se discuten ensayos o se habla de lo último en biología molecular. Allí las plantas tienen un uso más importante que el decorativo.</p>
<p>Esas casas son de alojamiento temporal: algunos se quedan unos días, otros un par de meses. En todos los casos la energía creativa ayudó a generar emprendimientos y puestos de trabajo. El negocio de alojar a jóvenes ambiciosos es un buen negocio para todos.</p>
Hostels que funcionan como incubadoras de emprendedores
La nueva tendencia, que se está dando en ciudades del oeste de Estados Unidos, es hospedarse en residencias baratas pero tecnológicamente propicias. En esas habitaciones viven los próximos grandes emprendedores de tecnología.