Cuando en la planta Anna, en Ohio, se descubrió un defecto mínimo en el árbol de levas que producía un ruidito en el motor, todos los involucrados se convocaron a una reunión de urgencia. Como todas las salas de conferencia estaban ocupadas se reunieron en el cuarto donde se guardan los implementos de limpieza. El proceso normal para solucionarlo llevaría semanas, pues implicaba desarmar todos los motores ya instalados y enviarlos a otra planta para su afinamiento.
La reunión improvisada, llamada Waigaya, tenía como misión encontrar una alternativa eficiente y viable. La palabra, que no tiene significado alguno en ningún idioma, fue inventada por Takeo Fujisawa, socio del fundador Soichiro Honda, representa el ruido de una discusión acalorada, del libre fluir de las ideas de la comunicación caótica y del desacuerdo.
Uno de los gerentes que asistieron a la discusión dijo luego: “Cometeríamos un grave error si un pequeño problema en un motor no se atiende hasta que el vehículo haya llegado al final de la línea de ensamblaje, cuando ya no se puede hacer otra cosa que desarmar el motor. En cuanto se descubre hay que parar todo”.
Estas reuniones espontáneas y abiertas pueden no tener mucho valor la mitad del tiempo, pero en general la experiencia ha generado importantes mejoras en productividad, procesos, sistemas e desempeño.