Por Héctor Daniel Cazzasa, miembro del Instituto de Auditores Internos de Argentina (IAIA). Contador público. Certificación CISA.
Los auditores internos suelen vincularse con diversos niveles de una organización, desde los directores hasta los operarios, desde los auditores externos hasta los proveedores. Cada interacción persigue distintos objetivos, desde conocer un proceso hasta transmitir una opinión, desde entender una motivación hasta explicar la importancia de la exposición a un riesgo.
En la reunión de apertura de una nueva auditoría, donde el objetivo primario es acordar con el Director de la Unidad de Negocio el inicio de las tareas, se debe crear credibilidad y confianza con los interlocutores, respetando lo pactado -tiempos, entregas, acuerdos-, mostrando interés genuino por sus requerimientos. Es importante entender los mensajes verbales y el lenguaje corporal tanto de los auditados como del propio equipo, el contexto y las condiciones donde se desarrolla la actividad.
Ser claro en las expectativas del interlocutor con el objetivo de que no infiera o suponga un alcance de nuestro trabajo distinto al previamente definido ayudará a posicionar a la auditoría como herramienta esencial en la mejora del ambiente de control de la Unidad de Negocios, y el logro de los objetivos. Para ello, es necesario confirmar la comprensión de lo tratado ya sea repitiendo, parafraseando o resumiendo.
En la siguiente etapa de reflexión e inferencia se deben distinguir hechos de opiniones, dado que es usual que nuestro interlocutor combine ambas. Una mala percepción puede llevarnos a conclusiones erradas.
Durante el trabajo de campo, reuniones con las áreas o en la presentación de los resultados, nuestra capacidad para argumentar sobre la importancia (impacto y probabilidad) de una exposición a riesgo será evaluada minuciosamente por los auditados. Una deficiente, incompleta o desacertada presentación puede hacernos perder credibilidad y respeto. Ser sintéticos y precisos, es la mejor opción.
Para evitar el conflicto entre auditado y auditor se debe ser asertivo manteniendo un justo equilibrio entendiendo la razón del desacuerdo, asumiendo que puede faltar información o se puede estar interpretando de modo erróneo las evidencias. Así como se puede admitir alguna omisión, también se debe ser altamente escéptico y crítico, preguntando, validando, comparando información y contra-argumentando para acercarse de manera honesta y profesional a la mejor interpretación y calificación del riesgo.
El feedback que se brinde al equipo de trabajo debe ser descriptivo y no evaluativo, específico y no general, debe otorgarse sobre una conducta o proceder que pueda ser modificado por quien lo recibe y debe referir a aspectos positivos y negativos del auditor.
Si se ejercitan estas destrezas de forma regular para complementar las habilidades duras, sin duda se estará trabajando para ser mejores profesionales.