Liberado después de 108 días en prisión y de depositar una fianza de US$ 9 millones, el ex presidente de Nissan-Renault debe ahora esperar el juicio por incoducta financiera.
Salió de prisión con la cara tapada y gorra de beisbolista para dirigirse directamente a la oficina de sus abogados. Allí debe comenzar a diseñar su defensa en lo que sin duda será un juicio memorable. Él rechaza categóricamente los cargos que se le imputan y dice que constituyen una conspiración dentro de Nissan para bloquear su plan de fusionarla con Renault. Fuera de prisión, donde estuvo incomunicado, podrá juntar información y trabajar con sus abogados para elaborar una estrategia.
De todos modos, no le será muy fácil. Impedido de abandonar Japón, será vigilado por cámaras que enfocarán la entrada de su edificio, no podrá conectarse a Internet ni conectarse con personas involucradas en su caso. Tendrá uso restringido de su celular y su computadora.
El sistema de la justicia criminal japonés es muy duro, similar al chino y la fiscalía tiene una serie de ventajas de procedimiento que no tienen sus colegas en el mundo occidental. Podría ser arrestado nuevamente en cualquier momento con nuevas acusaciones y volver a la cárcel para esperar un juicio que puede tardar meses.
De todos modos, liberado estará en mejores condiciones de asistir a sus abogados. Estuvo preso en una celda de 7 metros cuadrados, sin acceso a teléfono, email o documentos personales. Eso lo colocó en tremenda desventaja para desestimar cargos basados en sutiles interpretaciones de la ley japonesa y que implican transacciones complejas realizadas hasta diez años atrás.
La caída de Ghosn será recordada como una de las más memorables de la historia empresarial reciente.