domingo, 22 de diciembre de 2024

Gerentes, no les hagan perder tiempo a sus empleados

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Hasta no hace mucho se pensaba que la posibilidad de que un empleado se pueda conectar con su celular a cualquier hora con el trabajo era una revolución que aportaba al buen equilibrio entre familia y vida laboral

Llegaba a su casa la hora que quería aunque estuviera en el punto culminante de la resolución de un proyecto. Ahora se ve que esa conectividad sin límites se ha llevado demasiado lejos. Hay estudios que dicen que el uso del teléfono tarde a la noche tiene un efecto adverso en la productividad y compromiso del empleado.

Muchas empresas, como Volkswagen por ejemplo, han impuesto políticas que obligan al desenchufe para que no se agoten. Lo hizo Francia y Alemania está considerando.

Pero aunque todas esas medidas tienen las mejores intenciones no apuntan al problema central: el tiempo que pierden los empleados con una gerencia distraída. A veces perder tiempo es un efecto colateral de la consolidación de los trabajos, luego de una reducción de costos Otras veces resultada de del miedo al riesgo y de la necesidad de controlar y volver a controlar cada decisión.

Este problema de pérdida de tiempo fue explicado en un estudio de 2012, realizado por el Center for Creative Leadership, sobre el impacto de los celulares en el lugar de trabajo. Fueron entrevistados 483 ejecutivos, gerentes y profesionales de empresas de todos los tamaños.

Se descubrió que aunque la mayoría de los participantes estaban conectados al trabajo 13,5 o más horas al día, cinco días a la semana, y unas cinco horas en total durante los fines de semana, no se molestaban con sus teléfonos. Por el contrario, el 60% dijo que apreciaba la gran flexibilidad, Muchos explicaron que no les importaban las horas adicionales conectados con el trabajo si eso significaba que el horario era flexible y podían cumplir mejor con sus obligaciones personales. ¿Qué era lo que les molestaba? Tener que estar conectados a causa de malas prácticas gerenciales que les ataban las manos, y los obligaba a pasar horas de trabajo esperando en lugar de trabajando.

Muchos sentían que perdían tiempo, justificando lo que hacían aun cuando sabían que lo que habían hecho estaba bien pero sentían que si no se protegían sus propios puestos corrían peligro.

Entonces, aunque muchas empresas dicen que alientan el equilibrio entre trabajo y vida privada y el asumir riesgos, en realidad lo que hacen es mirar con lupa lo que se hace. Los líderes deben aprender a contar el tiempo como cuentan el dinero. Si van a dar cierta libertad a sus empleados deben dársela de verdad y no siguiéndole los pasos de manera de hacerles perder tiempo.

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