Por Horacio Cuervo (*)
En esta era del conocimiento, los mercados laborales demandan cada vez más recursos que entiendan, comprendan y manejen estas nuevas tecnologías. Al mismo tiempo, se generan nuevos tipos de trabajo que hasta hoy no conocíamos.
Como individuos actores en esta sociedad, debemos aprovecharnos de las nuevas tecnologías no sólo para mejorar la forma en que nos comunicamos y relacionamos, sino también la forma en que nos educamos y capacitamos para satisfacer esta demanda.
La tecnología otorga respuestas a estos desafíos y facilita estrategias acordes a las necesidades de los estudiantes y a la manera en que mejor aprenden. Y, como si fuera poco, sin que importe la fecha, la hora o el lugar donde este se encuentre disponible para adquirir el conocimiento.
Definitivamente, los jóvenes lo saben, o al menos lo intuyen; y demandan nuevas formas y estrategias de educación que faciliten el aprendizaje. Aun cuando la educación tradicional sigue siendo el epicentro del desarrollo de habilidades, hoy surgen nuevos actores que influyen en el aprendizaje de los jóvenes.
En principio se puede considerar que estos últimos compiten con los primeros. Sin embargo, esa rivalidad, hoy se desfigura en la medida que unos y otros empiezan a utilizar estrategias y herramientas comunes, evalúan alianzas y asociaciones que, al final, ofrecen al estudiante una respuesta acorde a sus necesidades de aprendizaje.
Aprendizaje experiencial
Los modelos educativos pueden ser distintos, pero guardan espacios en común. En la educación orientada al futuro las apuestas son cada vez más elevadas hacia el aprender con el propio descubrimiento. En estos modelos de aprendizaje las emociones son primordiales y el educador ofrece una guía, motivando a la construcción de un propio futuro, clave en un mundo cambiante.
Casi podemos decir que desde siempre se cree en el aprendizaje experiencial. Pero hoy toma una relevancia fundamental. La frase “aprender haciendo” toma fuerzas y está presente en casi todos los modelos pedagógicos modernos que se basan en adquirir conocimientos por proyectos, basado en la resolución de problemas y en la colaboración.
Estos modelos resaltan la importancia de la adquisición de conocimientos desde la práctica, permitiendo a cada estudiante seleccionar las herramientas que le permitirá desenvolverse posteriormente en el futuro, mientras que el educador funciona como el guía que pondrá las diferentes herramientas a su alcance para seguir aprendiendo y descubriendo.
La tendencia es hacia un estudiante más activo que pasivo. Menos oyente y más experimental. Menos espectador y más actor. Y si, como solemos decir, aprendemos el 20% de lo que escuchamos, el 50% de lo que vemos y el 80% de lo que hacemos; es claro que un modelo de aprendizaje práctico y experiencial es el camino a tomar.
Nuevas formas de aprender
Como venimos resaltando hace tiempo, en una economía basada en el conocimiento, el talento y el capital humano se convirtieron en factores críticos para la generación de innovación y valor.
Por esto, hoy estamos viendo un mercado laboral con altísima demanda de talentos que conozcan sobre tecnología y sepan programar, que conozcan sobre experiencia de usuario, el desarrollo de productos digitales, marketing digital, comunicación y diseño digital, análisis de comportamiento y muchas otras tecnologías.
Y, si se puede, que este talento tenga experiencia.
Definitivamente, en un mundo donde las tecnologías cambian exponencialmente, el talento expira a la misma velocidad en que se desarrolla; por esto, es cada vez más frecuente que el mercado se fije en talentos desarrollados a través de procesos educativos experienciales.
Estos nuevos procesos educativos se enfocan en la adquisición de conocimiento específicos, en ciclos cortos de pocas semanas donde se pueda desarrollar y aprovechar el pensamiento lógico para acelerar el proceso de aprendizaje.
Estos procesos, denominados ‘bootcamps’ o ‘campos de entrenamiento’; se caracterizan por ser intensivos, orientados a la adquisición de ciertos conocimientos prácticos a través de la acción y el trabajo en equipos. La gran mayoría no exige títulos académicos para sus ingresos y sus principales objetivos son preparar al estudiante para un mercado laboral demandante y volátil.
Se trata de programas diagramados y enfocados en formar a personas en las habilidades y herramientas que las empresas necesitan.
Y por si fuera poco, por sus propias características, estos programas promueven el desarrollo de habilidades blandas, destrezas que permiten a las personas interactuar en y con su entorno para acelerar la adopción, promover la innovación e integrar cualquier tipo de tendencia, por más técnica que esta sea.
Leer, escribir y programar.
Es muy común escuchar que la alfabetización del futuro estará signada no sólo por la capacidad de leer y escribir o de ejecutar cálculos matemáticos básicos, sino también de programar.
Así como la lectura y escritura nos permite comunicarnos y las matemáticas comprender el mundo que nos rodea, la programación nos permitirá solicitar y ordenar acciones a un mundo cada vez más digital.
El mundo del futuro requerirá habilidades de programación que permitan al hombre interactuar con un entorno cada vez más mecanizado y automatizado.
Uno de los pilares de la programación es el pensamiento lógico, donde hay personas que aprenden más rápido que otras o algunas simplemente utilizan mejores recursos para acelerar su proceso de aprendizaje.
La creatividad, la paciencia y la dedicación juegan un rol importante en el desarrollo de este talento; y son justamente estas habilidades las que se ubican primeras entre las demandas exigidas por las empresas para dar una oportunidad a un candidato.
El constante aprendizaje de nuevos lenguajes de programación y el manejo de nuevas tecnologías define a los mejores programadores.
Si a esto, le sumamos habilidades de comunicación, trabajo en equipo, liderazgo, capacidad de resolución de problemas y capacidad de aprendizaje; definitivamente estaremos formando talentos adecuados para el futuro del trabajo.
Talento Humano del Futuro
Es necesario dar a los jóvenes la posibilidad de desarrollar las habilidades necesarias que les faciliten la inserción laboral hoy y hacia el futuro. Con fases inactivas cortas, donde la búsqueda de empleo no sea extensa y que, desde el primer empleo, pueda acceder a condiciones laborales de calidad y con posibilidades de crecimiento personal y profesional.
La adopción de nuevas tecnologías en las empresas también se asocia con la adaptación y generación de nuevos tipos de empleos. Los que surgen del propio proceso de adopción y aquellos que surgen por la creación de nuevas plataformas digitales.
Todo esto trae consecuencias para el mercado laboral, pero también implica una demanda por nuevas habilidades que repercute en la educación de niños, niñas, adolescentes, jóvenes y adultos.
La volatilidad y la exponencialidad del desarrollo tecnológico implica un desafío importantísimo para la formación de habilidades, y por lo tanto, para las nuevas demandas laborales. A tal punto que gran parte de los niños y jóvenes que hoy en día comienzan su ciclo formativo, trabajarán en empleos que hoy todavía no existen.
Los “bootcamps” son una gran oportunidad para aquellos jóvenes que quieran evolucionar en el desarrollo de talentos que le permitan ser parte del futuro.
(*) Alianzas Estratégicas y Crecimiento en Le Wagon Hispanoamérica.