La exhibición muestra extensiones de marca que no fueron bien recibidas por el público. El año pasado, empresas de todo tipo gastaron US$ 20.000 millones en investigación y desarrollo buscando la tan ansiada innovación que les permita seguir creciendo. Un producto “nuevo y mejorado” puede ser siempre lo que necesitan para batir a la competencia, pero hasta un producto exitoso puede tener sus problemas.
Cuando Scholl sacó el “Pedi”, un aparatito electrónico que convertía la piel endurecida en polvo, dio el primer paso hacia la exfoliación de pies, pero llegó para hacer algo que la gente ya hacía, solo que con herramientas menos eficientes. Por eso fue un éxito que le significó a la compañía un crecimiento en 2015 de 8% con respecto a 2014.
Pero hay peligros, aun con un producto exitoso. Por ejemplo, Sholl sacó en 2016 un Pedi Wet & Dry, que se podía usar también bajo la ducha, pero era mucho más caro que el original y resultó un completo fracaso. El éxito del primer producto los indujo el deseo de innovar todavía más y se pasaron de la raya.
Como ése hay infinidad de productos nuevos que van rápido al cementerio. El nuevo museo los recoge y los exhibe.