<p>Silicon Valley es, según los que siguen de cerca la vida cotidiana de la zona, una incubadora de animosidad. Podría caberle la misma definición que alguien en Argentina dedicó una vez a la ciudad de La Plata: lugar de amigos gravosos y de enemigos gratuitos. Y es una fuente de animosidad por la misma razón que es una fuente de innovación: un mundo pequeño poblado por gente que quiere demostrar lo inteligente que es. Las fronteras entre mercados son vagas y transitorias. Las empresas oscilan entre amistad y enemistad. El ritmo de la innovación es tan rápido que es difícil determinar quién fue el primero en tener determinada idea. <br />
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Dicen que una vez Steve Jobs respondió a la acusación de que había “tomado prestada” la idea de otra persona con una cita que atribuyó a Pablo Picasso: “Los buenos artistas copian, los grandes artistas roban”. El último ejemplo de este delicado equilibrio entre amigos y enemigos son Apple y Google . Hasta hace muy`poco eran tan amigas que Eric Schmidt, jefe de Google, bromeaba diciendo que debían fusionarse y llamarse <em>AppleGoo</em>. Ahora están enfrentadas en todo lo que hacen..</p>
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En Silicon Valley la guerra fría no es algo del pasado
En el mundo de la tecnología se habla de difundir temor, incertidumbre y duda. En una industria donde una idea puede cambiar el destino de una empresa, el secreto se cuida como un preciado tesoro y la paranoia afecta a todos.