viernes, 27 de diciembre de 2024

En EE.UU. la publicidad rinde cuentas

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Dos organismos, encargados de controlar que los comerciantes difundan información verídica en las etiquetas de sus productos, aconsejan una serie de medidas para proteger a los consumidores.

La Federal Trade Comision (FTC), en cooperación con la Environmental Protection Agency (EPA), implementó una serie de medidas destinadas a proteger al consumidor frente a las estrategias de marketing usadas por los comerciantes, que tienden a confundir a sus clientes con el único fin de colocar los productos que ofrecen.

Aquí, algunos consejos de estos organismos al público consumidor:

Cuando usted lea para evaluar las promesas ambientales en la publicidad o en las etiquetas de los productos que desea comprar, busque datos específicos. Trate de averiguar si las afirmaciones se refieren al producto, al envase o a ambos.

Por ejemplo, si una etiqueta dice “reciclado”, compruebe cuánto del producto o del envase es reciclado. Las etiquetas de productos “reciclados” deben decir de dónde proviene el material reciclado.

El material “post-consumidor” se origina en productos que previamente han sido usados por empresas o por el público consumidor, como diarios, cartones, botellas plásticas, envases de vidrio, y latas.

El material “pre-consumidor es básicamente desecho de fábrica. Por ejemplo, un fabricante de sobres podría reciclar los recortes que quedan cuando se cortan los sobres en la hoja de papel. Esos recortes podrían convertirse en otros productos de papel en lugar de ser tirados a la basura.

Los productos “reciclados” se fabrican con elementos recuperados o separados de la basura, que se derriten o muelen hasta ser convertidos en materia prima y luego son usados para hacer productos nuevos. O pueden ser productos que luego de ser usados, han sido reconstruidos, reacondicionados, o refabricados.

Si un producto dice “reciclado” en su etiqueta porque contiene partes usadas, reconstruidas reacondicionadas o remanufacturadas, la etiqueta debe decirlo, a menos que sea algo obvio para el consumidor.

Por ejemplo, un comercio que vende repuestos usados para autos, puede vender partes usadas que han sido recuperadas de otros autos y etiquetarlas como “recicladas” sin ninguna otra descripción porque está claro que son partes usadas. Pero en el caso de una copiadora de oficina que está etiquetada como “reciclada” porque fue rearmada, reacondicionada o refabricada –y luego es etiquetada como “reciclada”– es preciso aclarar que el contenido reciclado proviene de partes que han sido rearmadas, reacondicionadas o remanufacturadas. Eso es porque puede no ser evidente que contiene partes usadas.

Algunos productos y envases dicen que usan menos material que envases anteriores o envases de la competencia. Para que eso tenga sentido, las afirmaciones deberían decir exactamente qué se ha reducido, en qué cantidad, y comparado con qué. Por ejemplo, una afirmación como “20% menos de desperdicio que en nuestro envase anterior” le da a uno más información que “20% menos de desperdicio”.

Algunos productos pueden presentarse como “no tóxicos”, o “esencialmente no tóxicos”, o “prácticamente no tóxicos”. Para hacer esas afirmaciones, el fabricante debe tener una razón para creer que los productos no van a introducir ningún riesgo ni para la gente ni para el medio ambiente.

Las afirmaciones vagas o generales pueden sonar atractivas, pero generalmente ofrecen poca información de valor.

Cuando uno lee sobre un envase que el producto o servicio es “environmentally friendly” (inocuo para el medio ambiente) o “environmentally safe” (seguro para el medio ambiente), o “environmentally preferabl” (preferible desde el punto de vista del medio ambiente) o “eco-safe” (seguro para el ecosistema); o cuando uno lee etiquetas que contienen “sellos ambientales” –digamos, un dibujo de un globo con las palabras “Earth Smart” (Tierra inteligente)– todo eso ayuda poco a la hora de explicar, por dos razones: Primero, todos los productos, envases o servicios tienen algún impacto ambiental, aunque algunos pueden tener menos que otros. Segundo, esas frases solas no brindan la información específica que usted necesita para comparar productos, envases, o servicios por sus méritos ambientales.

Busque información que dé alguna sustancia a la afirmación –la información adicional que explica por qué el producto es amigo del medio ambiente o se ha ganado el sello especial–.

La Federal Trade Comision (FTC), en cooperación con la Environmental Protection Agency (EPA), implementó una serie de medidas destinadas a proteger al consumidor frente a las estrategias de marketing usadas por los comerciantes, que tienden a confundir a sus clientes con el único fin de colocar los productos que ofrecen.

Aquí, algunos consejos de estos organismos al público consumidor:

Cuando usted lea para evaluar las promesas ambientales en la publicidad o en las etiquetas de los productos que desea comprar, busque datos específicos. Trate de averiguar si las afirmaciones se refieren al producto, al envase o a ambos.

Por ejemplo, si una etiqueta dice “reciclado”, compruebe cuánto del producto o del envase es reciclado. Las etiquetas de productos “reciclados” deben decir de dónde proviene el material reciclado.

El material “post-consumidor” se origina en productos que previamente han sido usados por empresas o por el público consumidor, como diarios, cartones, botellas plásticas, envases de vidrio, y latas.

El material “pre-consumidor es básicamente desecho de fábrica. Por ejemplo, un fabricante de sobres podría reciclar los recortes que quedan cuando se cortan los sobres en la hoja de papel. Esos recortes podrían convertirse en otros productos de papel en lugar de ser tirados a la basura.

Los productos “reciclados” se fabrican con elementos recuperados o separados de la basura, que se derriten o muelen hasta ser convertidos en materia prima y luego son usados para hacer productos nuevos. O pueden ser productos que luego de ser usados, han sido reconstruidos, reacondicionados, o refabricados.

Si un producto dice “reciclado” en su etiqueta porque contiene partes usadas, reconstruidas reacondicionadas o remanufacturadas, la etiqueta debe decirlo, a menos que sea algo obvio para el consumidor.

Por ejemplo, un comercio que vende repuestos usados para autos, puede vender partes usadas que han sido recuperadas de otros autos y etiquetarlas como “recicladas” sin ninguna otra descripción porque está claro que son partes usadas. Pero en el caso de una copiadora de oficina que está etiquetada como “reciclada” porque fue rearmada, reacondicionada o refabricada –y luego es etiquetada como “reciclada”– es preciso aclarar que el contenido reciclado proviene de partes que han sido rearmadas, reacondicionadas o remanufacturadas. Eso es porque puede no ser evidente que contiene partes usadas.

Algunos productos y envases dicen que usan menos material que envases anteriores o envases de la competencia. Para que eso tenga sentido, las afirmaciones deberían decir exactamente qué se ha reducido, en qué cantidad, y comparado con qué. Por ejemplo, una afirmación como “20% menos de desperdicio que en nuestro envase anterior” le da a uno más información que “20% menos de desperdicio”.

Algunos productos pueden presentarse como “no tóxicos”, o “esencialmente no tóxicos”, o “prácticamente no tóxicos”. Para hacer esas afirmaciones, el fabricante debe tener una razón para creer que los productos no van a introducir ningún riesgo ni para la gente ni para el medio ambiente.

Las afirmaciones vagas o generales pueden sonar atractivas, pero generalmente ofrecen poca información de valor.

Cuando uno lee sobre un envase que el producto o servicio es “environmentally friendly” (inocuo para el medio ambiente) o “environmentally safe” (seguro para el medio ambiente), o “environmentally preferabl” (preferible desde el punto de vista del medio ambiente) o “eco-safe” (seguro para el ecosistema); o cuando uno lee etiquetas que contienen “sellos ambientales” –digamos, un dibujo de un globo con las palabras “Earth Smart” (Tierra inteligente)– todo eso ayuda poco a la hora de explicar, por dos razones: Primero, todos los productos, envases o servicios tienen algún impacto ambiental, aunque algunos pueden tener menos que otros. Segundo, esas frases solas no brindan la información específica que usted necesita para comparar productos, envases, o servicios por sus méritos ambientales.

Busque información que dé alguna sustancia a la afirmación –la información adicional que explica por qué el producto es amigo del medio ambiente o se ha ganado el sello especial–.

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