La “invitacíón” a que un hombre de paja entre a la junta directiva refleja la vulnerabilidad de la todavía mayor automotriz del mundo. De hecho, las reducciones en producción anunciadas para este año la dejarán detrás de Toyota Motors, con lo cual Detroit perderá un liderazgo que ya parece anacrónico.
Sin duda, Kerkorian impuso al representante justo. Semanas atrás, York sugería recortar 50% los dividendos y otras medidas poco gratas. Orientadas a sanear balances, no a reactivar producción . El lunes 6, el directorio indicó que disminuirá dividendos, aunque sin aclarar en qué grado (tiene hasta el lunes 13 para definir eso). En un plano “polìtico”, Kerkorian mismo hizo saber a United Auto Workers –un sindicato cada día menos fuerte y más proclive a negociar casi todo- que “se impondrán sacrificios al elenco ejecutivo, los mandos medios y los propios accionistas”.
A cambio, UAW deberá aceptar más despidos y drásticas reducciones de gastos en atención médica, al estilo del presupuesto recién elevado al congreso por George W.Bush. Pero claro, ninguna solución contable asegurará que GM recobre ventas o el público vuelva a preferir sus coches. Entretanto, el arribo de York no es buena señal para la cúpula de la empresa, donde se teme seguir la suerte de quienes, años atrás, dirigían dos firmas objetos de Kerkorian y su celo restructurador: Chrysler e IBM.
Por otro lado, Stanley O’Neill, presidente de Merrill Lynch, abandona su silla en el directorio de GM. Además, Tracinda –la firma de Kerkorian que tiene 9,9% de GM- no compartirá información interna con ML ni otras intermediarias de valores. Vale decir que Wall Street y Londres se quedan sin una valiosa fuente de datos.
La “invitacíón” a que un hombre de paja entre a la junta directiva refleja la vulnerabilidad de la todavía mayor automotriz del mundo. De hecho, las reducciones en producción anunciadas para este año la dejarán detrás de Toyota Motors, con lo cual Detroit perderá un liderazgo que ya parece anacrónico.
Sin duda, Kerkorian impuso al representante justo. Semanas atrás, York sugería recortar 50% los dividendos y otras medidas poco gratas. Orientadas a sanear balances, no a reactivar producción . El lunes 6, el directorio indicó que disminuirá dividendos, aunque sin aclarar en qué grado (tiene hasta el lunes 13 para definir eso). En un plano “polìtico”, Kerkorian mismo hizo saber a United Auto Workers –un sindicato cada día menos fuerte y más proclive a negociar casi todo- que “se impondrán sacrificios al elenco ejecutivo, los mandos medios y los propios accionistas”.
A cambio, UAW deberá aceptar más despidos y drásticas reducciones de gastos en atención médica, al estilo del presupuesto recién elevado al congreso por George W.Bush. Pero claro, ninguna solución contable asegurará que GM recobre ventas o el público vuelva a preferir sus coches. Entretanto, el arribo de York no es buena señal para la cúpula de la empresa, donde se teme seguir la suerte de quienes, años atrás, dirigían dos firmas objetos de Kerkorian y su celo restructurador: Chrysler e IBM.
Por otro lado, Stanley O’Neill, presidente de Merrill Lynch, abandona su silla en el directorio de GM. Además, Tracinda –la firma de Kerkorian que tiene 9,9% de GM- no compartirá información interna con ML ni otras intermediarias de valores. Vale decir que Wall Street y Londres se quedan sin una valiosa fuente de datos.