Las estrategias de productos y servicios globales deberán tener un capítulo local que les permita adaptarse a distintas comunidades, individuos y canales de información. Los productos y servicios deberán estar disponibles siempre en cualquier situación y lugar; esta exigencia de los nuevos consumidores llevará a reinventar la naturaleza de muchos negocios: algunos productores deberán desarrollar sistemas directos y eficientes de distribución a través de Internet para no perder presencia en los mercados. Los estrategas de marketing deberán esforzase por agregar valor, asegurando un buen margen para sus productos antes que focalizarse en el volumen.
La pasión por lo tecnológico del nuevo consumidor impulsará a la innovación continua en la investigación y desarrollo de productos y envases. Los centros de atención al cliente deberán estar dispuestos a dar asesoramiento y atención posventa siempre, como parte del servicio que esperan recibir los nuevos consumidores. Un consumidor más crítico hacia el valor agregado de los productos exigirá un gran esfuerzo de marketing para ofrecer precios justos, mientras que los esfuerzos publicitarios tendrán que centrarse en mensajes con promesas más reales y ajustadas a la perspectiva de un consumidor más exigente y pragmático.
La información será la fuente de todo valor, por cuanto las bases de datos y el data mining (minería de datos) se transformarán en herramientas estrella del marketing. Con ellas se deberá segmentar y perfilar a los clientes y mercados para impulsar campañas de marketing relacional uno a uno, que harán más eficientes los contactos publicitarios y promocionales a través de Internet o de los nuevos medios que surgirán de la convergencia entre la telefonía, la computación y la televisión, dándole interactividad total a la publicidad y la promoción de productos y servicios e impulsando masivamente la compra electrónica.
Rubén Trasandes
Líderes del Tercer Milenio
© Clarín y MERCADO
Las estrategias de productos y servicios globales deberán tener un capítulo local que les permita adaptarse a distintas comunidades, individuos y canales de información. Los productos y servicios deberán estar disponibles siempre en cualquier situación y lugar; esta exigencia de los nuevos consumidores llevará a reinventar la naturaleza de muchos negocios: algunos productores deberán desarrollar sistemas directos y eficientes de distribución a través de Internet para no perder presencia en los mercados. Los estrategas de marketing deberán esforzase por agregar valor, asegurando un buen margen para sus productos antes que focalizarse en el volumen.
La pasión por lo tecnológico del nuevo consumidor impulsará a la innovación continua en la investigación y desarrollo de productos y envases. Los centros de atención al cliente deberán estar dispuestos a dar asesoramiento y atención posventa siempre, como parte del servicio que esperan recibir los nuevos consumidores. Un consumidor más crítico hacia el valor agregado de los productos exigirá un gran esfuerzo de marketing para ofrecer precios justos, mientras que los esfuerzos publicitarios tendrán que centrarse en mensajes con promesas más reales y ajustadas a la perspectiva de un consumidor más exigente y pragmático.
La información será la fuente de todo valor, por cuanto las bases de datos y el data mining (minería de datos) se transformarán en herramientas estrella del marketing. Con ellas se deberá segmentar y perfilar a los clientes y mercados para impulsar campañas de marketing relacional uno a uno, que harán más eficientes los contactos publicitarios y promocionales a través de Internet o de los nuevos medios que surgirán de la convergencia entre la telefonía, la computación y la televisión, dándole interactividad total a la publicidad y la promoción de productos y servicios e impulsando masivamente la compra electrónica.
Rubén Trasandes
Líderes del Tercer Milenio
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